Ejerciendo como el hombre de la casa
Fecha: 13/03/2021,
Categorías:
Incesto
Tus Relatos
Autor: Adagio, Fuente: computo.ru
Desde que tenía 14 años y mi madre entonces 46 vivimos los dos solos. Mi padre nos dejó por una compañera de trabajo y poco o nada hemos sabido de él. Vivíamos en una casa muy humilde donde no había puertas simplemente cortinas. Una casa con dos dormitorios, el mío y el de al lado que era de mis padres.
Yo pensaba que se llevaban bien pero al parecer no era así. Incluso los escuchaba por las noches cuando tenían sexo. El chirriar de la cama metálica y el golpeo de la cabecera en la pared en ocasiones me despertaba en la noche. Mi madre gemía poco, seguramente para no despertarme, y mi padre nada excepto en pequeños momentos. Lo veía cuando pasaba por delante de mi cama en dirección al baño para limpiarse.
Nada me hacía suponer lo que luego ocurrió, pero lo cierto es que ocurrió. Un día cuando regresé del instituto encontré a mi madre llorando en su cama y me dio la noticia; tu padre se ha ido y no volverá más. Se ha ido con otra mujer. Yo me alarmé y me fui a mi cuarto mientras que la escuchaba llorar y llorar. Lloró toda la noche, pero en la mañana siguiente salió temprano y al cabo de unas horas regresó diciendo que había conseguido un trabajo como limpiadora. Este fue el inicio de nuestra convivencia solos en casa.
Con el paso del tiempo empezamos a coger mucha confianza. Pronto me percaté que mi madre era la típica mujer que necesita a un hombre a su lado. Me pedía ir juntos al super o para cualquier compra, incluso cuando se compraba su ropa interior. Éramos casi ...
todo el día ella conmigo y yo con ella. Además, la casa no daba para mucho. La confianza con el tiempo era tal que no nos importaba vernos ligeros de ropa.
Así llegue a mi adolescencia. Mi madre alguna vez que otra me preguntaba si tenía ya novia o si me gustaba alguna chica. Yo le decía con cierto enfado que no. Que era aún demasiado joven. Ella se reía y asentía… “Todo llega”… Pero lo cierto y verdad es que ya me atraían las chicas, las mujeres, y sobre todo ver a mi madre, cuando podía hacerlo, con braguita y sujetador.
Una noche de invierno que llovía a mares, se desató una tormenta de rayos y truenos. A ambos nos da miedo y la casa se iluminaba con cada relámpago. Mi madre, Carmen, me llamó por si estaba despierto.
- Jose, ¿estás despierto?
Le contesté que sí y que no me podía dormir con los truenos. Me ponían muy nervioso y además sudaba. Me dijo que me fuera a dormir con ella para así hacernos compañía el uno al otro. Vi el cielo abierto e inmediatamente fui. Me hizo sitio y muy quieto y temerosos los dos, esperamos a que pasase aquella larga tormenta hasta dormirnos. A partir de aquel día mamá me dijo que no le importaba que durmiera junto a ella, “total, somos madre e hijo y me siento más segura”
En cierta ocasión, cuando me estaba duchando mi madre con una risa picantona, me preguntó ¿Qué estás haciendo que estás tardando tanto? Y empezó a reírse… Me sentí incómodo porque en ese momento me masturbaba y pensé si mamá se habría dado cuenta. Cuando terminó ...