Dieciochoañeras muy cañeras
Fecha: 22/12/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Oxcar, Fuente: CuentoRelatos
... puesto que el alcohol hace que todo sea más llevadero, ya me entendéis... ¿no? (aquellos que os habéis quedado sopa alguna noche en vuestra cama con vuestra polla en la mano de lo borracho que ibais seguro que si me entendéis). La verdad no es que yo sea un sex-simbol, mido 1,86, peso 75 Kg, perilla muy recortadita, ojos marrones cejas pronunciadas, pelo castaño con mechitas rubias peinado siempre de punta hacia delante y hacia los lados. No soy un chico diez pero tampoco soy un cardo, digamos que para las chicas resulto bastante resultón, obviando que detrás de mi físico se esconden otro tipo de habilidades mucho más "interesantes". Paso delante de estas tres chicas, una morena altísima, una rubia con cara de niña que está jugueteando en sus manos con las gomas del pelo y una morena mucho más peque de estatura y complexión física... (Manejables en la cama, de las que a mí me gustan). Paso delante de ellas, con mis pantalones levis grises, mis nuevas botas marrones (también obsequio de Papa Noel), y una cazadora gris y negra, y erguido con mirada al frente pensando en mi mundo sin más idea que llegar al coche y cargar en el cargador de cd´s los compacts que me había comprado. —¡¡¡Guapooo!!! Tras oír esas palabras de la chica más alta de todas que está de pie sobre el banco con un gorrito de Papa Noel (cosa que también por estúpida que parezca me pone mogollón, esa mezcla de morbo e inocencia). Supongo que si me doy la vuelta y las sonrío lo siguiente será: "ja ja ja ja, ...
... alaaaa creídooo que eres un creídooo!!". Y si sigo hacia delante quizás deje pasar una buena oportunidad de pasarlo bien o de simplemente pasar un rato agradable y echar unas risas (a costa de estas tres peques por supuesto porque soy un poquito vacilón). Así que decido darme la vuelta, y echar una pequeña sonrisa a la chica más alta, a la vez que me voy acercando al banco sacando las llaves de mi coche (siempre ayuda esto) a la vez que de los bolsillos inferiores de mi cazadora de nieve saco un cigarro del paquete de Marlboro que había comprado minutos antes. Me enciendo el cigarro y analizo nuevamente y más de cerca de estas tres jovencitas de las que no quito ojo desde hace escasamente dos minutos. Las ofrezco un cigarro... —¿Fumáis? —digo a la chica morena alta levantando suavemente mis cejas. —Sí, por qué no, gracias, me contestó, a través de ella pude ver unos ojazos verdes que me transmitían un mezcla de inocencia, y morbo sexual que no os lo podéis imaginar. —Me llamo Judith ¿y tú? —Yo me llamo Oscar, encantado, ¿cómo os llamáis vosotras? La chica rubia, de ojos azules se llamaba Leticia, mientras que la más menudita de todas tenía un nombre que me gustaba mucho Sylvia. Además me gustó mucho el detalle de los puntitos de brillantina que llevaba alrededor de sus pómulos. —Y ¿qué hacen unas chicas tan guapas como vosotras aquí tan solitas con el frío que hace? ¿Estáis esperando a alguien? —Sí, buenooo (contestó Sylvia con vocecita de niña mimosa), estábamos esperando a ...