1. Mi debilidad por las maduras


    Fecha: 16/12/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Hakan, Fuente: CuentoRelatos

    ... que ya debería ir a acostarse pues era bastante tarde y mañana podría arreglar todo. —Ya voy señores, no se preocupen, ya termino. —Mañana puede terminar Silvia con todo, mañana le ayudo y lo hacemos juntas. Ya ahora sí, nos encontrábamos solos la señora Silvia y yo, la señora terminó de arreglar las cosas, se quitó el delantal y pasó por mi lado, sin decirme una sola palabra rumbo a su cuarto. —Señora, ¿ya se va a su cuarto? —Claro, ya es tarde, estoy cansada, y mañana tengo que arreglar todo este desastre. —Mañana te ayudará mi madre y yo, no es necesario que hagas todo el trabajo tu sola. Además, quedamos en que nos meteríamos un bailecito antes de que termine la noche ¿verdad? —Eso fue hace rato, pero, dese cuenta de algo joven, yo estoy cansada y Ud. no se ha portado tan bien como yo esperaba ¿no cree? —Siéntese un momento aquí conmigo señora. —Ya, está bien, pero solo un momento. —Si señora, tiene razón, me he portado mal, pero es que yo hace tiempo que no estoy con nadie, me es difícil estar así, ella a mí no me gusta, lo que pasa es que me excitó mucho la forma como bailo conmigo. —Ay mi hijo, Ud. baila así y ¿así quiere que baile con Ud.? No mi hijo, para eso búsquese a otra del tipo de la señora esta. —No señora Silvia, con Ud. será distinto, yo a Ud. si la respetaré. —Ay mi hijo, no me diga eso, además que tantas ganas le han entrado por bailar conmigo. —No es eso señora, lo que pasa es que era un acuerdo entre ambos, espéreme aquí, voy a poner música. Me paré y ...
    ... me dirigí a un pequeño equipo de sonido ubicado en la cocina de la casa, lo encendí y puse un cd de música tropical, cogí una botella de vino ya comenzada y serví dos copas. —Salud señora Silvia, por el resto de la noche. —No mi hijo, como se le ocurre, yo ya no voy a tomar ni tampoco a bailar. —Pero señora Silvia, solo una copa y una canción, ¿está bien?, además ya lo habíamos conversado. —Bueno, solo para que no diga que yo no cumplo lo que prometo. —Salud entonces señora. —Salud mi hijo. Bebimos la copa y nos pusimos a bailar, primero separados después la llamé con las manos, se acercó a mí y la tomé de las manos, le di una vuelta y ella resbaló y casi cae, entonces nos reímos y seguimos bailando. —Ya ve señora que bailar es bonito. —Si pero te das cuenta que no tengo nada de costumbre, muy por el contrario, casi me caigo, eso hubiese sido terrible, el ruido hubiese despertado a todos en esta casa, con lo gorda que estoy. —No exagere señora Silvia, Ud. no es gorda, yo diría que esta mas bien "fuerte". —Cómo vas a decirme eso mi hijo, estoy gordísima ya ni me quedan los pantalones, solo puedo ponerme faldas. —Lo que pasa señora Silvia es que Ud. tiene unas caderas muy grandes, y eso no está mal, al contrario. —No sé qué de bueno puede tener el que tenga un trasero tan grande mi hijo. —Es bonito su trasero señora —esto último se lo dije mirándola fijamente a los ojos. Ella me miró también pero a los segundos esquivó la mirada y me dijo: —Mejor sentémonos mi hijo. —Está bien ...
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