1. Madres sacrificadas 5: Martina ayuda a su hija a sentir el poder de dios


    Fecha: 12/12/2017, Categorías: Incesto Lesbianas Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... era llamada a la alcoba del Elegido, exploraba su cuerpo hasta que sentía el poder de dios que la sacudía y la quemaba. Como Camila conocía bien sus zonas sensibles, asumió que Clara las tenía en los mismos lugares que ella y recorría su mano suave por las partes erógenas de la nueva esposa. Frotaba las tetas grandes, acariciaba sus alrededores y entre ellas, y luego bajaba, despacio, hasta el muslo, para quedarse ahí un rato viendo el efecto que producía su tacto en los gestos de Clara, que confundida, ya estaba sintiéndose a gusto. Camila disfrutaba mucho de tocar ese cuerpo femenino. En la comunidad no existía la palabra bisexualidad, pero Camila la estaba descubriendo. — Muy bien Camila, estoy orgulloso de vos. — la felicitó El Elegido. — Chicas, imiten a Camila, ella sabe cómo se hace. Entonces el montón de manos comenzó a perder la timidez y se desplazaban de un lado a otro, elevando la temperatura de Clara a cada movimiento que hacían. La joven esposa comenzaba a creer que ya estaba sintiendo el poder de dios: un calor extraño se apoderó de su sexo, y muchas de esas caricias, principalmente las que se concentraban en los muslos y los pechos, la hacían estremecer de manera deliciosa. — ¿Estás bien mi vida? — preguntó Martina, que le acariciaba el cabello, generando un agradable masaje en la cabeza, y seguía dándole besitos tiernos en la cara y el cuello. — Si mamita, siento un lindo calor. — Muy bien mi amor, esa es mi nena. Entonces sintió el cuerpo velludo posarse ...
    ... encima suyo, El Elegido le besó el ombligo y se dispuso a penetrarla. Las mujeres seguían tocándola, esquivando el cuerpo de su amo. El Elegido apuntó su pene divino, y lo metió despacio, Clara lo sintió más duro que la última vez. — ¿Sentís a dios Clarita? — le preguntó penetrándola por completo. — Si amo. — respondió ella, mintiendo, porque no estaba segura de si aquella era la presencia de dios, y en todo caso no era producto del miembro que había entrado en ella. El elegido apresó sus tetas y la embistió una y otra vez aferrado a ellas. — Sentí a dios Clarita, sentí a dios, tomá, tomá, sentí a dios. — repetía él jadeante. Ella no disfrutaba de aquella penetración, menos aun cuando percibió que el miembro se ablandaba, pero Camila le sacó un gemido cuando presionó su pezón con los labios, una vez que El Elegido lo había soltado. Las otras la miraron extrañadas, El Elegido les dijo que sólo usen las manos. Aunque tampoco había dicho que no hicieran otra cosa, y viendo que el amo no decía nada, sino que seguía entrando y saliendo, con el torso del cuerpo erguido, imitaron a Camila, quien por lo visto era la experta del grupo en esas cuestiones. Las lenguas húmedas se hicieron lugar en el espacio que había entre los dos cuerpos, y un montón de besos recorrieron el cuerpo blanco de Clara. Los sentía por todas partes, la llenaban de ese calor extraño que había comenzado a sentir de hacer rato, pero eran cada vez más agradables. Le gustaba particularmente los que le daban en las ...