Madres sacrificadas 5: Martina ayuda a su hija a sentir el poder de dios
Fecha: 12/12/2017,
Categorías:
Incesto
Lesbianas
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Clara va hacia el cuarto de su marido “El Elegido”. Se había casado con él el día anterior, pero su primera noche juntos fue un desastre: El Elegido le había preguntado, mientras la penetraba por primera vez ¿Sentís el poder de dios?, pero Clara sólo sentía el miembro semiflácido del Elegido que entraba en ella y rompía su himen. De todas formas le dijo que sí lo sentía, pero enseguida se largó a llorar y arruinó la noche de bodas. Ahora camina por el pasillo oscuro escoltada por uno de los fieles. Está muy nerviosa, pero esta vez no piensa decepcionar a su marido. Muchas mujeres de la comunidad quisieran estar en su lugar, pero muy pocas eran las afortunadas que se desposaban con El Elegido. Debía agradecer a dios por ello, y debía portarse como una buena esposa, no importaba si El Elegido nunca alcanzaba una erección óptima, ni tampoco si la quería penetrar por esos otros orificios que no estaban hechos para el sexo. Así se lo había enseñado su madre cuando se enteró de que dios le había susurrado al Elegido el nombre de Clara. Aunque en las sagradas escrituras decía que esas prácticas estaban prohibidas, si se lo ordenaba el Elegido debía obedecerlo, porque él era la voluntad de dios. El escolta golpea la puerta y cuando le dan la autorización, la abre y se hace a un lado para dejar pasar a Clara. Una vez adentro de la habitación se encuentra con algo imprevisto: el Elegido está semi desnudo, usando sólo la ropa interior, y alrededor de la cama se encuentran cinco ...
... mujeres. Son sus otras esposas, incluyendo su madre, Martina, quien fuera la primera mujer del Elegido. Todas están usando vestidos blancos, parecidos al que ella lleva puesto, con una leve transparencia que deja ver la forma de los pezones. Las mujeres inundan de belleza y juventud la habitación. Salvo Martina que ya tiene treinta y seis años, las demás tienen entre veinte y veintiséis. Durante mucho tiempo Martina gozó de la exclusividad de compartir la cama con el hijo de dios. Luego de la muerte de su primer marido, el padre de Clara, pensó que jamás iba a poder volver a ser feliz, pero fue tocada por la gracia del señor, y fue a vivir a la mansión del Elegido, mientras Clara era cuidada por su abuela. Se siente muy agradecida con dios por la suerte que le tocó, por eso nunca se quejó ni se sintió celosa cuando el Elegido comenzó a casarse, cada dos años, con una jovencita de dieciocho años. Y mucho menos ahora, que la afortunada era su propia hija, a quien ahora podría ver todos los días y cuidar de cerca. Le regaló una sonrisa cálida a su hija que entraba al cuarto dando pasos vacilantes. Parecía un ángel con ese vestido, y su piel, normalmente pálida, se había coloreado un poco producto de la vergüenza de verse expuesta frente al resto de las esposas. Pobrecita, pensó Martina, yo la ayudaré a sentirse cómoda. — Acercate, no tengas miedo. — Dijo El Elegido, que estaba sentado sobre el colchón, como rey en su trono. A pesar de contar con sólo treinta años, El Elegido ya tenía ...