Los amantes de Ana
Fecha: 08/12/2017,
Categorías:
Infidelidad
Fantasías Eróticas
Autor: Craso, Fuente: CuentoRelatos
... hecho antes”, yo titubeé un momento y le dije la mayor tontería que le podía decir: “oye, recuerda que estoy casada con tu amigo, ¿y si Fabián...?”, “estate tranquila que el cornudo de tu marido no se va a enterar de nada”, me contestó, yo me mostré ofendida por lo que dijo de Fabián; él se puso de pie y tirándome de la mano me levantó, abrazándome fuertemente me agarró por el culo con las dos manos y me besó la boca metiéndome toda su lengua, mientras, a través de la ropa noté su gran miembro erecto; en ese momento se me disiparon todas las dudas, le agarré de la mano y lo acerque al sofá. Me encontraba excitada como una adolescente, me senté frente a él mientras le bajaba rápidamente la cremallera del pantalón, debajo no llevaba calzoncillos y apareció lo que anteriormente había presagiado, un pene que se elevaba poderoso, por cierto, bastante mayor que el de mi esposo al que yo estaba acostumbrada; sinceramente, nunca antes había tenido una poya así de grande entre mis manos, la apreté fuertemente y tanteando lo dura que estaba la metí en mi boca lamiéndola como si me fuera la vida en ello, la verdad es que sólo con ese brillante y enorme glande bastaba para llenarme toda la boca y atragantarme, Mario me ordenó que me tragara todo su miembro, pero yo retiré mi boca y le dije que no podía, que era enorme y me daban arcadas, él me dijo con autoridad que le daba igual y que me metiera su poya hasta la garganta aunque me diesen ganas de vomitar, tuve que obedecerle, jamás ...
... nadie me había tratado de esa forma, la autoridad con la que me mandó me hizo claudicar y comencé a tragármelo repetidamente deslizándolo hacia mi garganta y soportando las arcadas. Mario se puso a decirme cosas obscenas como: “muy bien mi putita, así me gusta..., sigue así comiéndotela entera, sabía que eras una autentica guarrilla, ¿a que ya no te acuerdas del cornudo de tu marido, putita?”; y a mí me estaba gustando que me tratara de esa manera, diciéndome obscenidades, tratándome como a una vulgar putilla, pero paré de lamerle y le pedí que a Fabián no lo insultara ni lo metiera por medio. Pensé en mi esposo, quien a veces me pide que le haga una felación y casi siempre me niego diciéndole que me da fatiga, y cuando alguna vez se la hago solo me introduzco la punta, jamás me metí entero su pene en mi boca; pero es que Mario estaba empezando a ejercer un dominio sobre mí al que no podía oponer resistencia, además, su miembro me pareció tan fantástico y potente que aunque fuese por sólo una vez en la vida tenía que comerme algo así, la boca se me hacía agua y en cada acometida de su poya hacia mí garganta me brotaba saliva por las comisuras de los labios llenándome de líquido desde la barbilla hasta el cuello. Mario apartó su miembro de mi boca y me mandó agacharme de espaldas a él, me bajó las bragas casi arrancándolas, me puso en cuclillas encima del sofá abriéndome de piernas y mostrándole mis orificios; yo nunca había estado cómoda follando en esa postura, de hecho, alguna ...