1. El portillo de Luisa


    Fecha: 05/09/2020, Categorías: Zoofilia Tus Relatos Autor: zalditxo10, Fuente: computo.ru

    Me gusta salir por el campo y los montes a caminar. Me gustan las mujeres con curvas,pero no hago ascos a las temperaturas ardientes cuando veo una buena polla animal que podría darme un buen rato de placer. 
    Asì pues, salì una mañana con mi mochila a darme una caminata, una pequeña travesía por los montes de una provincia aledaña a la mía.
    Salí después de comer, sin prisa pues el día en verano los días son largos. Dejé el coche en el parking y cogí el sendero que marcaba la ruta que pensaba hacer, había un trayecto que me llevaría a un refugio de montaña en el que pasaría noche para seguir al día
     siguiente rumbo a la cumbre que disponía coronar
    Llegué al refugio un poco tarde, me informé y me dijeron que era una pena pero que no había sitio. Estaba completo, pero una chica muy atenta me informó que desandado un par de kilómetros y desviandome hacia un alto que se podía ir a un portillo donde podía pasar la noche por un precio bastante asequible. Acepte y me dijeron que la dueña era Luisa.
    Bueno, a esa altura de la tarde-noche no era tiempo ni para quedarse al raso, ni para estar regateando por un techo,así que eché a andar para llegar al portillo de Luisa cuanto antes. Estaba hambriento, quería llegar ya.
    Estaba subiendo una pendiente con piedras sueltas y un poco de maleza en las orillas del camino, pero a medida que ascendía mejor me sentia, el bosque que rodeaba el terreno era todo paz, con algunos animales que pastaban o permanecían tumbados a excepción de un ...
    ... semental que cortejaba a una potra con una gran polla muy erecta que me puso cachondo. 
    Aquella herramienta me dejó hambriento en otro sentido.
    Seguí ascendiendo, pase el bosque de robles y hayas , llegué a una puerta de cerrado, un salto de un alambrado, seguí por un sendero junto a unas rocas aquí y allá, estaba tan distraído con el pensamiento de aquel semental que no me dí cuenta que una de aquellas rocas se puso en medio del camino. Era un mastín grande, el mas grande que había visto nunca . Vaya susto que me dió.
    Me olisqueó por todo, pero sobre todo en mi entrepierna, por fin se relajó y me acompañó hasta una casa que se levantaba unos centenares de metros más allá. Era una construcción solida con un tejado de dos aguas y un pequeño establo un poco mas allá.
    Me gustó mucho el sitio. Y Luisa mucho más.
    Era una mujer de mediana estatura con el pelo negro en melena, unos ojos negros penetrantes, labios carnosos, tetas grandes sin ser exageradas y unas piernas bonitas con unas caderas un poco prominentes.
    Una buena hembra. Toda pasión, y toda hospitalidad.
    Tuve suerte, pues se había marchado esa tarde la chica que estaba hospedada en su casa. Me duche y hablamos del susto que me dió el mastín en el camino del portillo, me dijo que Ceniza cuidaba del camino, pero que Fuego cuidaba de ella.
    Era otro mastín tan grande como Ceniza pero negro. Entró en la sala de la casa y la verdad es que imponía.
    Pero con un chasqueo de dedos de Luisa se tumbó junto al fuego y no se ...
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