Cogiendo con una extraña de nombre Ángela
Fecha: 03/12/2017,
Categorías:
Hetero
Anal
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
Mi relación con Ángela fue una de las más extrañas que haya vivido con una mujer y la más corta; quizá hayamos compartido todo en más o menos una hora. Vivía en el mismo edificio de condominios que heredé de mi madre y donde ya tenía alrededor de un par de meses viviendo allí. Era raro encontrarse con gente en los pasillos y de hecho a la única que conocía solo por breves saludos, era a mi vecina del lado derecho, la bella mulata, la Dra. Desiré con quien eventualmente nos fuimos a la cama. En aquella ocasión el cartero puso parte de la correspondencia del condominio de un lado por error, y por eso asumo que el nombre de esta chica debería ser Ángela. Una afroamericana de tez clara, cabello que creo se había mandado a planchar para que le quedara lacio, un rostro muy bonito donde no pasaban desapercibidos sus ojos azules: de hecho, cuando recuerdo abrió la puerta, antes de saludarla, me llamaron la atención sus bonitos ojos. Era más bien delgada, con pechos pequeños, pero un bonito y bien formado trasero y fue aquello lo segundo que me llamó la atención cuando me invitó a pasar a su condominio. Por aquellos días había intentado regresar ese correo que le pertenecía a ella sin mucha suerte. Nunca nadie contestaba la puerta, pero ese día escuché algo de música procedente de su condominio y me animé a ir y entregarle su correspondencia. Fue así precisamente como ocurrieron las cosas: Llegué y toqué la puerta y esta se abrió después de un par de intentos. Veo a la chica que mi ...
... cálculo me decía que debería tener entre 27 y 30 años, pero todo se abrevia a lo siguiente: - ¡Hola! Mi nombre es Tony, soy tu vecino y por error tu correspondencia la pusieron en mi buzón. - Pasa… ¡Muchas gracias! Noté que estaba bajo la influencia del alcohol más que todo porque sostenía un envase de cerveza en sus manos casi vacía, que porque se le notara físicamente. No recuerdo me dijo su nombre, pero sin preguntarme sacó otra cerveza y me la extendió. Cuando ella había caminado hacia el refrigerador sin decir mucho, también noté que tenía una piyama bastante suelta y esto provocaba que de alguna manera se bajaran lo suficiente para poder delatar el calzón rosa que llevaba puesto. Tenía tan solo un “bustier” de color blanco y podía ver la sombra de su areola de sus pequeños y morenos pechos, como a la vez me permitía observar ese abdomen muy bien trabajado con su sensual ombligo. Su comportamiento me pareció raro, pues nunca nos habíamos visto antes, ni nunca nadie se había comportado así conmigo. Se sienta en el mismo sillón donde yo me sentaba y pone sus pies sobre mis rodillas diciendo: - ¿Podrías darme un masaje? - ¿En tus pies? - No… en todo el cuerpo. Estoy muy estresada y necesito sentir las manos de un hombre como tú por todo mi cuerpo. ¿Quieres? Comencé frotando sus pies, pues los tenía sobre mi rodilla, pero ella me pide una pausa y se despoja de su piyama y queda con su diminuto calzón color rosa. Ahora froto con mis manos sus largas y torneadas piernas. Ella ...