Nunca sabes cómo acabará la noche
Fecha: 23/11/2017,
Categorías:
Primera Vez
Voyerismo
Autor: Lauer, Fuente: CuentoRelatos
... a veces. Depende. -sin saber a qué venía la pregunta. Abrió un armario y un montón de zapatos de diferentes diseños y colores aparecieron. Cogió un par y los acercó a mis pies. .-No, estos no. ¿Haber estos? -cogiendo el siguiente par. Repitió un montón de veces este movimiento hasta que por fin se decidió. Eran unas sandalias negras de tacón alto, unos 8 cm, con plataforma y atadas firmemente al tobillo. .-Prueba estas. -sin dejar de mirar mis pies- Son bastante cómodas y sexys. No sé cuándo lo hizo, pero en su mano sostenía un par de medias negras de rejilla muy bonitas. .-Erika, yo tengo que seguir trabajando. -dejando las medias sobre la camilla y saliendo del vestuario. Me vestí y fui a reencontrarme con mi marido. Cuando regresé al lado de mi marido este preguntó dónde había estado tanto tiempo. Le dije que Carla me había estado dando consejos para bailar como ella. Además tenía una sorpresa para él. Continuamos hablando sobre todo lo que estaba pasando esa noche y aproveché para comentarle lo divertido que había sido bailar para un desconocido en privado. Y como fue él quien me había animado la primera vez, le pregunté si no le importaría que hiciera alguno más. Me confesó que lo estaba deseando. Con su aprobación miré hacia una mesa muy cerca nuestro donde tres hombres hacía ya tiempo me observaban. Me aproximé y les pregunté si alguno quería un privado conmigo. Casi no acabé la frase que los tres, para mi sorpresa, sostenían en sus manos el dinero. Los tres tuvieron ...
... su baile. A los tres les puse la polla dura como yo deseaba. Pero el último de ellos tuvo premio. Cuando entró en la zona privada, al contrario que con sus compañeros, lo esperé sin blusa ni sujetador. Estaba esperándolo en topless. Lo que vio al entrar debió gustarle por la pícara sonrisa que me dedicó. Para mí era el más guapo de los tres y yo ya me estaba quemando en mi interior. Se sentó y con la mano pidió que empezara. Y así lo hice. Al no tener ropa que quitarme, empecé contorneando y acariciándome el cuerpo. Las caderas. Los pechos. Los apretaba, los zarandeaba y hasta llegué a pellizcármelos. Me giré y balanceé mi culo muy cerca de su cara. Me senté de espaldas sobre sus rodillas. Froté su regazo. No tardé en notar el cambio de volumen de su entrepierna. Estaba seducida por las habilidades que había aprendiendo en una sola noche. Al poco me levanté y siguiendo el ritmo de la canción, deambulé a su alrededor poniéndole la mano sobre su cabeza. La despeiné manoseándole el cabello. Le acaricié la cara, el cuello, el pecho. Cuando volví a quedar frente a él de nuevo, me senté por segunda vez sobre sus rodillas. Pero ahora estaba de frente, mis pezones rozaban levemente su camisa. Cogí su cabeza y la presioné contra mis pechos. Este si lo hizo, los lamió. Arqueé mi cabeza en el momento que sus manos juntaban mis tetas sobre su cara. Un escalofrío me recorrió. Estábamos solos y sabía que no debía dejárselo hacer. Pero no era yo. Aparté a un lado el pequeño tanga y le mostré ...