Atrapado entre gigantas tercera parte
Fecha: 17/08/2019,
Categorías:
Fetichismo
Autor: tupulgarcito38, Fuente: SexoSinTabues
... buscaba. Eran unas botas de montar, bastante altas. Tomó una de ellas y me dejó caer dentro. El terrible aroma de la bota hirió mi olfato. -Ahí estarás bien. Lo siento por el olor, JAJAJAJA, ¡que descanses, Marcelo!, JAJAJAJA. Se alejó. Aunque sólo habían pasado un par de días desde que me había convertido en un ser insignificante me resultó extraño oírme llamar por mi nombre. Enseguida vi que no podría escapar de la gigantesca bota. Era demasiado alta para ser escalada y demasiado pesada para que pudiese volcarla desde dentro. Lo intenté varias veces sin resultado. Al fin me dejé caer en el interior de mi prisión de calzado y el sueño me rindió, pese al espantoso olor a pies y a cuero que me circundaba. Me desperté bruscamente al sentir que caía. Sentí que mi cuerpo chocaba contra el suelo, afortunadamente desde poca altura. Jennifer había vuelto la bota, sacándome violentamente de ella. Aturdido miré su figura gigantesca que se erguía ante mí, como un rascacielos humano, ya vestida con su uniforme. -¿HAS DORMIDO BIEN, PEQUEÑO? –tronó su voz desde la altura-. Es hora de irnos. Pero antes te lavaré un poco. Estás hecho un asco. Así era, en efecto. Todo mi cuerpo estaba cubierto de jugos resecos y olía a todos los olores imaginables. la gigante me tomó en su puño, me llevó al lavabo y allí me enjabonó vigorosamente. Luego me colocó bajo el chorro del grifo, que para mí era como una catarata. Gemí de dolor, su violencia y la del agua me hacían daño, pero sólo conseguí risas de ...
... mi antigua amiga. -Así está mejor –dijo, secándome con igual violencia con una áspera toalla-, no quiero que las compañeras sepan lo que pasó aquí ayer. ¡Y COMO LLEGUES A DECIRLES ALGO –añadió elevándome hasta su intimidante cara mientras apretaba el puño sobre mi pobre cuerpo-, APLASTARE TU CABEZA ENTRE MIS DEDOS HASTA REVENTARLA Y DESPUÉS DESTROZARE TODO TU CUERPO CON MI PIE! Parecía que mi vida había pasado a ser humillaciones, torturas y espantosas amenazas en aquel gigantesco mundo hostil en el que me había sentido tan bien hasta unos días antes. Me vi de nuevo en el escote de Jennifer y nos dirigimos al laboratorio. Fue otra mañana de interminables pruebas y análisis con mi cuerpo. Pasaba de mano en mano mientras cada una de aquellas crueles gigantas hacía sus investigaciones. Al acabar la mañana mi estatura era más pequeña aún, probablemente no llegaría a los 3 cms. Carolina, que parecía haberse erigido en mi dueña, me tomó entre sus dedos índice y pulgar y me llevó hasta Mishell. Jennifer tenía razón: Mishell era la mayor de nosotros, tenía 27 años y era todo un ejemplar de mujer: alta, delgada hermosa y muy sensual. También había sido la compañera con la que yo me había llevado mejor hasta entonces. A diferencia de mis otras colegas, Mishell y yo vivíamos en el propio Centro de investigaciones, en las dependencias que el gobierno ponía allí a nuestro servicio, por lo que nuestras relaciones habían sido muy estrechas y era frecuente que comiésemos y cenásemos juntos, ...