1. Atrapado entre gigantas tercera parte


    Fecha: 17/08/2019, Categorías: Fetichismo Autor: tupulgarcito38, Fuente: SexoSinTabues

    ... como una diosa descendida a la tierra. Poco me duraron estas reflexiones. Cuando Carolina se dispuso a enjabonarse me tomó a mí en su mano en lugar de la esponja y comenzó a frotarme por todo su cuerpo. Lo hizo sin ningún cuidado, complaciéndose en agitarme y moverme violentamente por su piel. Se detuvo especialmente en frotarme contra sus partes más íntimas: sus increíbles senos, su colosal vagina, sus entrepiernas sudorosas y el interior de su culo. También conocí de primera mano sus olorosos pies gigantescos con olor a sudor de mujer. Los violentos movimientos me mareaban, no obstante lo cual me excitaba el contacto con la calidez de la joven dios. No sé por qué. Yo nunca había sido sumiso, o al menos eso creía. Mi propia insignificante polla se endureció como nunca lo había hecho. Me di cuenta de que Carolina lo había notado, a juzgar por la nueva expresión de su rostro: -¡Vaya! Pensaba estar dándote una buena lección y resulta que, al parecer, esto te gusta, ¿eh? Encima de un cochino traidor, eres un insecto sumiso y esclavo. ¿Qué voy a hacer contigo? Dejó caer el agua de la ducha sobre su cuerpo y sobre el mío, aún en su mano. A continuación salió de la ducha y me dejó en el suelo mientras se secaba. En cuanto recuperé el equilibrio eché a correr, en un desesperado intento de escapar. De pronto, algo me golpeó con tal fuerza que me tumbó en el suelo, mientras me empapaba. Me di cuenta de que había sido un gigantesco salivazo. Carolina había escupido sobre mí, ...
    ... deteniendo mi huída. Me volví y la vi sobre mí, erguida en toda su impresionante estatura. Sonreía. -¿Te extraña que tenga tanta puntería? Fui en el campo uno amigos me enseñaron a escupir. No obstante, he perdido destreza. Tengo que practicar. Es una lástima. ahora que estabas limpio otra vez. Comenzó a escupir una y otra vez sobre mí. Yo trataba de huir pero siempre me acertaba. Su saliva cubría todo mi cuerpo. Al fin me dejé caer al suelo, resignado, mientras la gigante continuaba dejando caer sus salivazos hasta que se cansó. Entonces levantó uno de sus colosales pies y, poniéndolo sobre mi pobre cuerpo, me frotó por toda la saliva que había quedado en el suelo, mientras se reía y me insultaba desde su tremenda altura. Cuando me soltó me miró desde arriba, aún riendo. -¡ERES TAN PATÉTICO! SERÍA TAN FACIL MATARTE. Pareció pensar un rato. Yo me puse de nuevo en pie, mirándola ansiosamente. -¡Pero qué tonta soy! Debemos continuar tu entrenamiento. Después de nadar, ¿qué te parece correr un rato? Sin decir más volvió a levantar su colosal pie sobre mí, dispuesto a aplastarme. Huí desesperadamente. Su otro pie gigantesco se interpuso en mi camino. Corrí en otra dirección. De nuevo la inmensa sombra de su pie se proyectó sobre mi diminuto cuerpo. Continué corriendo, mientras ella me amenazaba con sus titánicos pies, haciéndome cambiar de dirección una y otra vez. De nuevo parecía divertirle enormemente el juego y me animaba: -¡VAMOS, CORRE, CORRE! ¡MÁS RÁPIDO! ¡VAMOS!. La tortura ...
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