Última noche en Iguazú
Fecha: 15/08/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Esta historia sucede en Puerto Iguazú, donde a mis 24 años yo había ido de vacaciones, solo, pero dentro de un tour de una semana con unos cuantos desconocidos de entre 18 y 40 años. Una especie de viaje de egresados para adultos, digamos, compartiendo transportes, excursiones y la posada. La semana pasó sin mayores novedades: el hermoso paisaje, las noches de boliches, las bromas, la pileta, las compras, la gente que uno conoce, los fracasos para engancharme con alguna minita, nada del otro mundo. Pero la última noche fue inolvidable. Esa noche estaba pautada de antemano una fiesta de disfraces. Yo había preparado un disfraz de obrero industrial, con un casco y un mameluco antiguos. Después de un par de horas de tragos y bailes, me senté en una reposera al borde de la pileta con un fernet cola en la mano, para descansar un rato. En las dos reposeras a mi derecha estaban Fernanda y Adriana. Ninguna de ellas tenía un rostro particularmente agraciado, aunque no eran exactamente feas pues tenían curvas más que interesantes y pulposas. Digamos que no eran de las mujeres que el hombre superficial elegiría primero, pero tampoco descartaría. Nunca supe sus edades, tampoco las pregunté; pero claramente habían superado los 30, y probablemente los 35 también. Nos pusimos a charlar entre trago y trago. Aunque obviamente ya habíamos hablado algunas vecez, empezamos a conocernos recién ahí: Fernanda era soltera y Adriana recientemente divorciada, ese era el motivo de su viaje. Tenían muy ...
buen humor, y un carácter extrovertido y hasta un poco masculino. Fernanda estaba disfrazada de diablita y Adriana de bruja, muy simple todo. A medida que pasaron las bebidas la charla fue volviéndose más personal, pasamos a contarnos anécdotas de nuestras ex relaciones, luego a aventuras y consejos amorosos, luego sexuales... hasta que Fer me preguntó cuál era mi fantasía sexual favorita. Ahí lo decidí: iba a tratar de calentarle la cabeza y cojérmela. Con o sin Adriana. Le contesté que tenía muchas, y algunas pocas las había cumplido, pero que en realidad lo mejor no son las fantasías sino los relatos. -¿Los relatos? -Claro. A veces leo algunos. -¿Y qué diferencia hay? -En realidad ninguna. Bah, los relatos pueden ser de verdad. Pero también pueden ser fantasías, sólo que mucho más desarrolladas y completas. -Explicame. -A ver... por poner un ejemplo... no es lo mismo decirte que me gustaría lamerte todo ese culo hermoso que tenés, que contarte un cuento que empieza ahora y termina en tu pieza, dentro de veinte minutos, con tus manos apoyadas contra la pared y tu colita inclinada hacia atrás, mi lengua invadiendo el fondo de tu culo, mis dedos jugando en tu vagina bien mojadita y tus labios pidiéndome por favor que te coja toda de una vez. Total, es la última noche, ¿no? La expresión en sus caras fue inolvidable. Primero sorpresa, luego algo de indignación, un poco de risa, y finalmente a Fernanda se le escapó una sonrisa perversísima. Se lo había imaginado todo y le había ...