A los pies de mi ex
Fecha: 30/07/2019,
Categorías:
BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi relación con Paula me condujo al desastre. En menos de dos meses, Sonia, mi legítima mujer, tenía fotos de un detective privado que demostraban mi infidelidad y había conseguido que me echaran del trabajo gracias a sus contactos de alto nivel, por ser de familia bien. Me había vaciado la cuenta bancaria y mi llave ya no entraba en la cerradura de mi casa, que era la suya. Paula regresó con su marido, que había consentido en ser cornudo a cambio de una recomendación mía para un ascenso en la fábrica donde había sido gerente hasta mi cese. Obtenido el puesto para su marido, Paula, mi secretaria, pasó a ser amante de mi suegro, el mayor accionista. Mi traje de mil euros se fue desgastando en despachos a donde acudí a pedir trabajo sin ningún resultado. Agotado el subsidio de desempleo, aspiraba tan sólo a empleos modestos de peonaje, pero, al verme las manos finas y sin callos, los empleadores me rechazaban automáticamente. Cuando ya no pude ni pagar la pensión miserable en que pernoctaba, tome la dirección del chalet de Sonia dispuesto a humillarme lo que hiciera falta a cambio de su perdón. Allí llegué con los zapatos rotos, los calcetines con tomates y mi único traje raído y decolorado. -¿Donde te has metido estos dos años?-me preguntó en la cancela de la finca, sin dejarme pasar- Los papeles del divorcio te están esperando. Ella misma me los trajo a la cancela con un bolígrafo para que los firmara. Le suplique que me sacara de la indigencia a cambio de firmar nuestra ...
ruptura. Ella dio media vuelta y se fue hacia el chalet, pero a medio camino regreso y me abrió la cancela. -Pasa y siéntate en el porche. Puede que tenga algo para ti. Al porche salió un joven elegante y atlético, seguido de Marta, la criada y de Elisa, amiga íntima de Sonia que vivía en el chalet de enfrente. Sonia me presentó al joven, Carlos, como su novio y sustituto mío en la gerencia de la empresa. Guapo, listo, con dinero, de buena familia, estaba claro que mi posibilidad de retomar algún día mi relación con Sonia era una quimera. -Si te diera dinero no te solucionaría la vida, ¿verdad?-me preguntó y asentí cabizbajo- Pero si te diera trabajo y techo estarías dispuesto a todo, ¿no es así? Repetí mi gesto de humilde afirmación. -Debes saber que las cosas han cambiado en esta casa en los últimos tiempos-prosiguió-. No te asombre por tanto que Elisa y yo seamos amantes o que formemos tríos con Carlos. Tampoco te asombrara que Carlos se desfogue con Marta, que es joven como él, puesto que a ti también te hacía tilín la criada, a juzgar por lo duro que se te ponía el rabo cuando te servía el café. Seguro que me follabas a mí pensando en ella. Guardé un silencio culpable, porque cuanto decía de mí a propósito de Marta era cierto. Por otra parte nunca antes Sonia me había hablado tan claro y tajante, con las cartas boca arriba. Nunca antes le había visto tan firme y segura de tenerme a su merced y, debo reconocer, aquella situación me excitaba. Incapaz de mirarle a la cara, mi ...