Una experiencia inesperada (Segunda parte)
Fecha: 26/07/2019,
Categorías:
Gays
Bisexuales
Autor: jag12399, Fuente: CuentoRelatos
... me dio a entender que no tenía ninguna intención de que se lo sacara. Después de casi 5 minutos, su lengua había eliminado hasta la última gota de esperma y con cara de satisfacción dijo: «Buen sabor, nene, se nota que comes bien, pero espero que aguantes un poquito más la próxima eh?» «Disculpa, tenía muchas ganas atrasadas, por lo general resisto mucho más, y ya te lo voy a demostrar» Con una sonrisa llena de picardía y guiñándome el ojo me hizo señas de seguirla. Llegamos a la que creo fuese su habitación en la que había una enorme cama redonda al centro. La luz era tenue pero logre notar algunos objetos colgados de la pared sin poderlos distinguir con claridad. Ella se quita la bata y lo mismo hizo con mi albornoz quedando completamente desnudos. Sin hablar se echó de espaldas en la cama y abriendo las piernas, de la forma más descarada posible dijo: «Bueno, ahora te toca a ti, a ver qué sabes hacer. Hazme gozar como una perra!» La temperatura del encuentro estaba subiendo exponencialmente, el morbo, la excitación estaban alcanzando niveles inscribibles. Con mis manos sobre sus rodillas termine de apartarle las piernas pudiendo admirar su coño bien depilado y húmedo. Me lance de cabeza y mis labios primero y mi lengua después, se apropiaron de ese manjar de dioses. Sabia de frambuesa y miel, seguramente por el jabón utilizado para lavarse, pero en seguida se le mesclo el sabor de su intimidad de sus jugos que mesclados con mi saliva produjeron un coctel embriagador. Y ...
... ese fue el efecto. Creo que estuve como veinte minutos a lamerle, besarle y chuparle la concha. Con cada orgasmo, su vientre se endurecía primero y templaba después, con abundantes jugos que llenaban mi boca de sabor de sexo y perdición. «Eres un portento, me estas volviendo loca de placer, sigue, sigue… chúpame toda!» Parecía poseída y no daba señas de calmarse. Me estaban empezando a doler los músculos de la cara y las mandíbulas y fue en ese momento que recurrí a mi arma secreta: Le metí dos dedos en la concha, buscando y estimulándole el ‘punto G’ mientras con la otra mano invadía su ano. Al mismo tiempo mi lengua magistralmente seguía dibujando círculos a su clítoris. Ella se agitaba cada vez más, gemía de placer hasta que exploto en uno de los orgasmos más espectaculares al que haya presenciado de una mujer. Gritaba de placer y continuaba a temblar como una hoja al viento. «Dios mío que placer! Eres fantástico, carajo sí que sabes hacer gozar una mujer!» Solo en ese momento me aleje de su cuerpo, cansado pero satisfecho del resultado obtenido con de mis acciones, y lógicamente me sentía orgulloso que ella lo hubiese apreciado. Ella me miro con codicia y en sus ojos note una expresión extraña mientras observaba la erección de mi polla que parecía estuviese por estallar. Se incorporó y poniéndose de cuatro pata expuso su culo y dándose una nalgada mando: «Dame por el culo! Métemela toda hasta lo hondo, párteme el culo, cógeme como a una perra!» Esas palabra me hicieron ...