mi esposa me engañaba segunda parte
Fecha: 22/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... le dije que quería que fuéramos a algún lado, que se pusiera ropa y que saliéramos. Ella, como estaba muy excitada, se quedo por un rato como haciéndolo en seco, como metiéndose un pene imaginario que ella quería le llegara hasta adentro, pero no lo encontraba. Algo molesta, se levanto a mi petición y se puso la primera ropa que encontró en el ropero. Una falda larga y floja, unos tacones de esos que las zapatillas son abiertas y se sostienen solo por una tirita de cuero cerca de los dedos del pie y una blusa con botones al frente. Nos subimos en el carro y empecé a manejar, mientras yo manejaba, empecé a acariciarle las piernas. Como ella todavía conservaba la excitación de hacia unos minutos, no me costó mucho ponerla a mil y cuando toque en medio de sus piernas, era como meter la mano en una fruta jugosa, caliente y húmeda. Iba conduciendo el carro por una de las calles más transitadas de la ciudad y yo con la mano metida entre las piernas de mi mujer, la cual a la verdad ya no era solo mía como imaginaba unos días antes y ella haciendo gemidos de placer en el asiento izquierdo del carro. Cada vez que parecía que se iba a venir, dejaba de estimularla, para que se cortara la sensación y no terminara. Al principio no dijo nada, pero luego de varias veces en las que no le permití llegar al orgasmo, ella se enfureció un poco y me dijo con mucha rabia, que dejara de jugar con ella. Esa palabra jugar me dio una idea y adelante como unas tres o cuatro cuadras de donde ...
... estábamos, había un edificio en el que según me recordaba, había una tienda de esas donde venden juguetes eróticos y sin decirle nada, volví dejarla a medias y le dije que me esperara. –¿Me vas a dejar aquí sola?-- Me dijo más con miedo que rabia, pero la deje allí, con la falda hasta arriba y la blusa casi totalmente desabotonada, en una calle oscura donde habían muchos indigentes y salí del carro. Hace mucho tiempo, yo le había hecho un consolador de hule a mi mujer, cuando empecé a jugar con ella y esa cosa, ella lo disfruto muchísimo y no se quejo ni nada, incluso me preguntó que qué le había hecho y no le quise decir. La verdad es que ella llegó virgen al matrimonio y nunca había jugado con algo así, por eso no tenía idea de lo que yo le estaba haciendo. Pero me pidió que se lo hiciera otro día por que le había gustado. Jugué con ella muchas veces y casi todas las veces que se lo metí, ella terminó de una forma increíble, excitante y explosiva. Un día, ella insistió en saber que era lo que le hacía y le enseñé el juguete, --¿¡Todo eso me metés!?—me dijo asombrada y desde entonces se comenzó a quejar de que el juguete era demasiado grande y le dolía, cuando antes ella misma se movía como poseída, para meterse cada centímetro de aquella gran cosa. La cosa es que entré a la tienda esa y compré dos consoladores, uno de medida normal y el otro bastante más grande. --¿Qué fuiste a hacer?—me preguntó algo como asustada, --nada—le respondí, --solo fui a comprarte un juguete para usarlo ...