1. Por quedarnos con las ganas


    Fecha: 20/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... dijo Nati en voz baja, sonriente y sonrojada. ¡¿y por qué no lo hiciste?!, dije suponiendo que sabía la respuesta. ¡éramos muy peques, y vos me ibas a mandar a la mierda! Pero yo siempre soñaba que hacíamos el amor en todos lados, y me despertaba re alzada! Además, cuando te miraba el bulto me ponía peor! Si el tiempo volviera hacia atrás, ni lo dudaría!, concluyó con cierta nostalgia. ¡qué cambiarías Nati?, además, vos también me calentabas… no podía dejar de mirarte las tetas! Y una vez, cuando se te re vio la bombacha, el día que te agachaste a limpiar el piso donde hizo pis tu gatito mientras tomábamos mates, te acordás?, ese día casi pierdo el control nenita!, dije entusiasmado. ¡che, y ahora, no te parezco linda? Ya sé que ahora no me mirás las tetas como antes, pero a lo mejor… digo, a mí me seguís pareciendo sexy!, aclaró Nati levantándose la remerita y acercándose lentamente a mí. No tenía corpiño puesto, y cuando mis ojos se clavaron en sus pezones erectos, rosados y divinos, no supe contenerme. Se las toqué y ella gimió suave. Esperé que me quite la mano de su cuerpo con rebeldía, pero como no sucedió, se las amasé, me acerqué para embriagarme de su perfume almendrado, froté mi cara contra ellas, mientras su manito presionaba mi pija hinchada y repleta de algarabía, me metí su pezón izquierdo en la boca para succionarlo y luego hacer lo mismo con el otro, y le comí la boca. ¡Ari, no te parece que tendríamos que hacerlo? Olvidarnos que somos amigos y, vos dejar ...
    ... que te coma la pija?!, dijo ella antes de disculparse por su atrevimiento. ¡querés mirarle la bombachita a tu amiga nene?!, decía luego mientras se agachaba apoyando de a poco su cabeza en mi entrepierna. Claro, como se le caía el pantalón de entrecasa que tenía, hasta la luna radiante del cielo le vio la bombachita rosa. Ella frotó su cara en mi dureza con lujuria, olía y gemía como una desquiciada y, sacó mi pene rebalsado de presemen para pegarse con él en la cara, en la frente, y para olerlo amagando con introducirlo en la fuente sagrada de su saliva, pero no lo hacía para que la desee como un loco. Y de repente, se me reveló en una mamada insolente, promiscua y llena de saliva, besos ruidosos, lametazos hasta por mi ano, olidas profundas y con unas mordiditas que me alteraban la psicología. Saber que mi esposa dormía al otro lado de la ventana me convertía en un miserable, pero no pensaba en otra cosa que en darle la lechita a mi amiga, la que antes no me animé a entregarle. Pero, en lo mejor de su pete maravilloso, ella se pone de pie para tranzarme y decirme: ¡bajale el pantalón y la bombacha a tu amiguita, dale nene, y tocame, sentime, estoy que vuelo de calentura, y me re mojé toda pendejo, quiero que me cojas! Le obedecí como un perrito faldero, y en cuanto me hinqué apenas para ponerme en contacto con su sexo, dejé que mis neuronas se empapen de la fragancia del celo de sus recuerdos. Le introduje la lengua entre esos pelitos negros húmedos, llegué hasta donde todos ...