1. Bajo el cielo de Siberia (1)


    Fecha: 19/07/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... la capital del Imperio Y allá quedó la pobre Nadezhda, toda llorosa y más que atribulada, sin saber muy bien qué hacer, cómo enfrentar la vida en tal situación, aunque, finalmente, tomó el camino de la aldea, el mismo que llevaba al referido pueblo, sólo que a unas veinte, veinte y alguna versta menos, a unas 10-12 verstas de la mansión en que naciera (11-13 km. más-menos). Y andando que te andarás iba la muchacha, tras dos horas largas de caminata, con los pies desnudos más que lacerados por lo acre del camino, cuando sintió el galope de un caballo acercándose, desde atrás, a más que buen paso; se detuvo un instante, curiosa, ante el desconocido, para quedar petrificada al reconocer ni más ni menos que al joven amo Alexei Aleksandrevich; “¡Dios mío, qué querrá!”, se dijo la muchacha, más aterrada que temerosa ante el primogénito de los Boronsov. Ya sabemos que este joven amo de siempre la había acobardado, pero entonces no es que estuviera asustada, sino aterrorizada, temiéndose que hasta le moliera las espaldas a latigazo limpio para hacerla purgar, bien purgado, su enorme “pecado” Y así, temblando como hoja en pleno vendaval, encontró el joven Aleksei a la muchacha, cuando, al llegar a su altura, frenó al caballo, que caracoleó inquieto ante la joven. El joven Boronsov se quedó a caballo, mirándola, interesado, unos instantes, hasta que, inclinado sobre el cuello del caballo, le extendió la mano, diciéndole Anda pequeña; dame la mano y súbete a la grupa, detrás de mí. Y ...
    ... Nadia intentó hacerlo, subirse a la grupa del caballo, pero malamente, pues saltar, sin más, hasta tal altura, le resultaba casi imposible, por lo que, el joven Alyosha volvió a hablarle Apóyate en mi pie; pon tu pie en el mío y aúpate… Y eso es lo que la jovencísima Nadia hizo, logrando encaramarse a donde debía, pero ciñéndose, fuertemente, al amo Alyosha, para evitar caerse. El joven picó espuelas y el caballo reinició su marcha, a un trote largo. Llevaban ya doce, quince minutos de viaje cuando, al fin, ella se atrevió a hablarle. ¡Te lo juro, amo; te lo juro!... Yo no…yo no he hecho lo que… No te preocupes, pequeña… No te preocupes… Y Nadia volvió a guardar silencio por unos minutos más, hasta que se atrevió a preguntar ¿Dónde vamos, amo? Al pueblo; necesitas, lo primero, un sitio donde cobijarte, donde vivir. Luego, también necesitarás ropa… Y un médico que te atienda, ahora, con el embarazo, luego, en el parto Pero eso no es necesario, amo; no tienes que preocuparte de nada de eso… Ya me las arreglaré yo… No es necesario que te ocupes…te preocupes de mí. Buscaré trabajo, bien en el pueblo o, incluso, en la capital, en San Petersburgo… Saldré adelante por mis medios… No se preocupe por mí, amo… Bueno, si quiere, puede acercarme a la aldea, con mi tío… Se lo agradecería, amo… Tonterías… Haremos lo que te he dicho… Yo cuidaré de ti; deseo hacerlo, ¿sabes?... Y no se hable más del asunto Y Nadezhda no habló más. Lo tenía más claro que el agua: Simplemente, pasaría de ser la ...
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