1. Teresa (cuarta parte de Los amantas de Ana)


    Fecha: 06/11/2017, Categorías: Confesiones Infidelidad Autor: Craso, Fuente: CuentoRelatos

    ... Mario, me dijo que Mario hasta le había mostrado el video del Gang bang y que le excitó muchísimo lo que vio, pero pensaba que conmigo se habían ensañado demasiado, sobre todo el que me azotó con la fusta. Me estuvo contando, que ella también en una ocasión asistió a uno de esos Gang bangs, pero que a ella no le vendaron los ojos y pudo disfrutar de la visión, ya que todos los amigos de Mario estaban verdaderamente buenos. Teresa me hizo una confesión: “Ana, la verdad que eres más linda de lo que Mario me había dicho, desde que me habló de ti sentí deseos de conocerte, quiero que sepas una cosa, además de gustarme los hombres también me atraen algunas mujeres, pero solo mujeres muy femeninas, como tú, nunca me han gustado las típicas lesbianas que parecen marimachos, Mario me ha pedido que intente mantener relaciones sexuales contigo y con él a la vez, pero tengo muchas dudas, no me gusta jugar con nadie y mucho menos quisiera jugar contigo, me pareces una mujer preciosa y digna de ser amada, no te voy a mentir, me encantaría hacerlo contigo, estoy harta de los juegos de dominación que le gustan a Mario y sé que a ti te excitan al igual que me pasaba a mí, pero me cansó ese rollo. Sería un placer para mí darle junto a tí un espectáculo a Mario, pero solo eso, un espectáculo donde él solo mirase”. De repente, sin darnos cuenta, Mario irrumpió en nuestra conversación y dijo: “vaya, ¿parece que ya se lo has contado todo?, ¿porque no nos desnudamos y nos vamos los tres a la ...
    ... cama?, ¿no te parece una buena idea Ana?, seguro que a Teresa le encantará y a ti también”. Yo jamás había mantenido relaciones sexuales con otra mujer, pero después de las cosas que había hecho en los últimos tiempos, ¿por qué no probar?, además, la propuesta de Teresa me pareció más excitante aún: ser observada mientras lo hacía con otra mujer. Le dije a Mario que solamente lo haríamos Teresa y yo, que él no podría intervenir, que solo podría observar, si aceptaba eso bien, si no me iría. Mario aceptó a regañadientes. Teresa pidió a Mario que nos vendase los ojos a las dos y le dijo que a partir de ese instante se abstuviera de intervenir en nada, que se estuviera callado y sobre todo quieto. Teresa se acercó a mi oído y me dijo: “aunque tú ya lo debes saber, al tener los ojos tapados se resaltan el resto de los sentidos, sobre todo el del tacto”. Yo me senté desnuda a un lado de la cama mientras Teresa acariciaba mis pechos pasando sus manos por debajo de mis brazos y apoyando sus pechos en mi espalda, comenzó a susurrarme al oído: “olvídate por un tiempo de los hombres, nosotras somos mejores, somos más sensibles, somos la vida, somos la ternura, no nos queremos dominar, nos entregamos por completo y sobre todo, tenemos toda la sensibilidad del mundo, la que ellos no tienen”. Jamás en la vida me habían acariciado de esa forma, mi piel temblaba de gusto con cada roce de su mano, Teresa me pidió que me tumbase y una vez lo hice siguió acariciándome por todo el cuerpo haciendo ...
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