1. Un adorable mastin


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... destreza y se metía hasta el fondo de mi coño, causándome un placer indescriptible. Al mismo tiempo, noté que León - como buen animal - comenzó a moverse como clásicamente lo hacen los perros cuando montan una perra en celo. Esto sin querer, aceleró la paja que le estaba haciendo con mi mano y, cuando quise darme cuenta, León empezó a vaciar caliente y espesa esperma de su enorme barra de carne. Seguramente fue la calentura acumulada en dos años que me impulsó a hacer algo que jamás hubiese imaginado. Viendo la esperma que bañaba parte de mis tetas y cara, agarré la verga de León, le corrí la piel hasta su bulbo e hice desaparecer esa manguera de semen en mi boca. Me pareció haber mamado casi medio litro de leche, y la sabrosa vara de mi adorable mastín, seguía latiendo y regando mi paladar. Luego, notando que León seguía moviéndose frenéticamente sin encontrar una gruta caliente donde montarse y clavar su verga, me puse en cuatro como la perra más encelada y empiné mi cintura hacia arriba, dejando ante la vista del perro, mi culo peludo y de ojete abierto, oliente, sudado de placer, y una profunda raja pegajosa y deseosa de carne. El perro reaccionó por instinto al segundo y casi me voltea de cara cuando quiso montarme. Su enorme verga seguía erecta - como si nunca hubiese vaciado un torrente de semen - y en su desesperada calentura - junto con la mía - me la introdujo de lleno en la raja de una sola embestida. León me cabalgaba, como buen animal, a un compás ...
    ... que ningún hombre podía igualar. Introduciendo su vara de carne hasta el fondo mismo de mi raja, sintiendo como su bulbo - a punto de meterse también en mi sudada cueva de sexo - golpeaba mis amoratados labios vaginales. El miedo a quedar "abotonada", como ocurre con los perros, me impulsó a graduar con la mano sus embestidas, evitando que su redondo bulbo ingrese a mi raja. De pronto, mientras comenzaba a deleitar mi segundo orgasmo, sentí latir el caño de carne de León dentro mío, y en el fondo de mis entrañas, recibí el chorro más potente y caliente de leche de toda mi vida. Una vez que León terminó su tarea, y temiendo que algún vecino haya escuchado mis gemidos y presenciado el espectáculo más singular de su existencia, llevé a mi mastín hasta el dormitorio, lo acosté con suaves caricias en mi cama y limpié con mi lengua, los vestigios de leche que habían quedado en ya su flácida verga. Bebí hasta la última gota, exprimiendo sin reparo la manguera de semen de mi joven mastín. Desde ese día, León no duerme más en el jardín. Tiene un lugar reservado en mi dormitorio. Y más allá de haber aprendido a lamer el coño de maravillas, tuve la oportunidad de prestárselo a tres amigas de confianza, brindándoles horas de sexo y placer que ningún hombre hubiese podido igualar. Ahora me estoy yendo a dormir y debo dejar de escribir. Tengo que ir al baño para untar con bastante vaselina mi ojete. Porque hoy a León, mi adorable mastín, le enseñaré a comerse un buen culo. 
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