Una noche de sábado
Fecha: 22/05/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Cuando me vestí aquella noche para salir, sabía perfectamente que algo grandioso iba a suceder. Este no era un sábado común y corriente, no, este era uno de esos días en los que salía de casa dispuesta a gozar a lo grande, por lo que me había vestido a conciencia: ¡mucho rimel, poca falda y al diablo la ropa interior! Salí de casa pasadas las doce de la noche, con una mini falda blanca, y una ajustada camiseta de tirantes del mismo color y por supuesto, sin nada debajo. Una piruleta en la boca, un poco de brillo en los labios, purpurina en el escote y el pelo levemente rizado cayéndome sobre los hombros daban el toque final a mi atuendo. Puse el pie en la discoteca, segura, sonriente, y me acerqué a la barra. Pedí una copa, algo suave para alcanzar un punto de "alegría" sin llegar a estar borracha. Me senté en un taburete alto y divisé frente a mí a mi primera victima de aquella noche. Cruce y descrucé las piernas al más puro estilo de "Instinto Básico", permitiéndole ver que no llevaba nada bajo la faldita. Él me miró con los ojos como platos al darse cuenta y comenzó a avanzar hacía mí. Rápidamente cambie el vaso por mi piruleta y la chupé con ganas. Él parecía terriblemente excitado, cuando estuvo a mi lado nos dedicamos un par de palabras y me invitó a bailar. Estaban poniendo una de esas canciones en la que el ritmo de los tambores te invitan a mover mucho las caderas y eso hice, nunca me he considerado una gran bailarina pero, sabía hacer los movimientos justos para ...
... enloquecer a mi acompañante. A media canción ya tenía su lengua llegando a mi campanilla y la mía jugueteando inquieta dentro de su boca. Poco a poco deslicé mis manos bajo su camiseta y acaricié su torso, estaba fuerte y musculado. Mientras nuestras bocas se devoraban con apetito pude notar sus manos sigilosamente sobre mis nalgas..., estaban frías y se movían con cuidado. En un instante que me distraje lamiendo su cuello noté otras manos que me acariciaban bajo la falda, esta vez por delante. He de reconocer que la situación me encantó. Creo que era justo lo que buscaba esa noche, solo llevaba una hora en aquella discoteca y ya estaba atrapaba entre dos tíos que me estaban empezando a hacer delirar solo con tocarme. Uno de ellos me susurró al oído que conocía al dueño de la discoteca y que podía conseguir que nos dejaran entrar a los tres al reservado, pero yo tenía otros planes. Como pude le dije que prefería un lugar más cómodo, que si querían podíamos irnos a mi casa, que vivía sola, obviamente él aceptó, me tomó de la mano e hizo un gesto con la cabeza a nuestro amigo que nos siguió sin preguntar a donde íbamos. Pronto se nos planteó un problema: ninguno de los tres había traído coche por lo que tuvimos que tomar un taxi, sin imaginar lo que iba a suceder. Una vez estuvimos los tres sentados en el asiento trasero y tras indicarle al taxista, la dirección de mi casa, mi cabecita comenzó a darle vueltas a algo. Mis dos acompañantes llevaban sus manos apoyadas sobre cada uno ...