1. Buenas compañeras


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... –“Estaba segura, si me faltan te pediré” - “¡¡Ja, Ja, Ja!! Reímos todas. -“Venga, ahora te toca a ti, Miriam” Le inquirió Marisa. Miriam, que se estaba mordiendo el labio inferior de vergüenza, reconoció que ni siquiera los había echado en la maleta. -“Estas niñas de hoy, con lo preparadas que parecen y luego mira… Anda toma.” Le dijo, acercando su mano abierta para que se vieran bien los condones. -“Bueno y ahora tú” Me dijo Marisa señalando mi bolso. -“Eh, eh, que yo estoy casada” dije audaz. -“Toma, y yo tengo novio” Protestó Miriam inmediatamente. -“Precisamente por eso, hija” Me refutó Marisa. “Las casadas, sois las peores” Miré Miriam sin saber cómo reaccionar, pero de que quise darme cuenta mi compañera ya estaba cogiendo los dos condones que Marisa me ofrecía para luego meterlos en mi bolso en alto, de forma que lo vieran bien las demás. Acordamos ir a tomar alguna copa antes de entrar en la discoteca, para ello fuimos a una zona de bares bastante concurrida, aunque sobre todo eran extranjeros. Tanta gente había que cuando tenía que acercarme a la barra a pedir consumiciones, o desplazarme por el bar era inevitable rozarse. Intentar bailar también era imposible debido a la multitud. No sé si fue por las copas o qué, pero el hecho de sentir los roces de todos esos desconocidos, y hasta el manoseo de algún intrépido por mi semidesnudo trasero (llevaba tanga) me estaba poniendo como una moto. Si añadimos a esto que llevaba un vestido que me hacía sentir tan puta como ...
    ... su dueña… En fin, estaba súper animada y pasándomelo genial. Cuando llegó el momento de ir a la disco yo me encontraba ya totalmente desinhibida. Nada más entrar nos dirigimos a la zona de baile. No recuerdo cuanto tiempo transcurrió bailando hasta que llegaron los amigos de Vero. Al vernos se dirigieron como una manada de lobos hacia dónde estábamos nosotras. Comenzamos con los besos de rigor, y cuando de nuevo le tocó el turno a Róber, apoyando su mano sobre mi espalda desnuda, me dio el primero justo debajo de la oreja quitándome la respiración, y el segundo delicadamente en el cuello. Sentí tal escalofrío que se me puso de punta el vello de todo mi cuerpo y los vértices de mis senos. De nuevo colorada, tuve que intentar aplanar mis pezones discretamente. Pero claro, él también se dio cuenta. Además no paraba de intercambiar miraditas conmigo, lo cual no ayudaba a serenarme precisamente. Yo me dedique a bailar, siempre me había encantado bailar, era para mí una sutil forma de comunicarme, de expresarme, pero también de embelesar a los hombres. A pesar de que pensé varias veces en mi marido, estuve meneando el culo un buen rato en la pista de baile. Pobrecillo si supiese lo poco comedida que estaba su mujercita. ¿Qué estaría haciendo? Me regocijaba contoneando mi cuerpo con provocación. Me sentía como el pobre cervatillo de los documentales, en medio de la sabana africana, rodeada de depredadores. No veía la hora de regresar al apartamento. Durante este rato pude ver como ...
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