Buenas compañeras
Fecha: 21/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... cuando realmente perdí el control de mis actos. Estaba gozando, y mucho, de ser acariciada por un hombre tan atractivo y con esa desenvoltura. Tanto que no tarde en alcanzar mi primer orgasmo, allí mismo, contra la barra del bar y mientras ahogaba mis gemidos mordiéndome el labio inferior. Cuando Róber notó mis convulsiones tuvo que sujetarme, si no me habría desplomado al suelo. Después, me susurró en la espalda: - "Vámonos de aquí", y dicho esto me cogió del antebrazo y tiró de mi. Yo no tuve tiempo a reaccionar. Bastante que logré caminar cuando todavía me estaba recuperando del orgasmo que sacudía aún todo mi cuerpo. Tenía que haberle dicho en ese mismo instante que no, que ya era suficiente hasta donde habían llegado las cosas, que estaba casada, que tenía marido, que no estaba dispuesta a que sucediese lo que él quería. Intenté decirle que parara, que no podía ir más allá, pero las palabras se me amotinaron y no quisieron salir de mis labios. En lugar de rogarle que se contuviera, permanecí callada mientras él me guiaba de la mano en dirección a la calle. Atravesamos ligeros el paseo sin soltar muestras manos, y como cualquier pareja de novios nos adentramos en la penumbra de la playa. Fuimos todo el camino sin mediar palabra, él tenía urgencia y yo no quería decir nada. Por un lado mi cuerpo quería ir donde Róber lo llevara y por otra, mi mente decía ¡¡No, ya es suficiente!! Mientras me debatía entre el sí y el no, llegamos a una zona de toldos, donde una pequeña ...
... caseta y montones de tumbonas aguardaban que se hiciera de día. Me apoyó contra la pila de tumbonas y me besó. Me besó desesperado y le besé hambrienta de él. Me sorprendí asegurándome de que aquel lugar quedaba fuera del alcance de la vista de todo el mundo. No había luces y las pilas de tumbonas eran suficientemente altas para resguardarnos de las miradas del concurrido paseo, sólo aquél que viniese del mar nos podría ver. Sus manos, y parecían más de dos, recorrían todo mi cuerpo. Esta vez no solo me besaba y me daba mordisquitos en la boca, también por el cuello, el escote, detrás de la oreja… Todas esas caricias me excitaban, y mi excitación se apoderaba de mi voluntad, dejándome en un silencio, dándole permiso a todas sus caricias. Era todo fantástico, maravilloso, hasta que de repente sin ninguna explicación aparente Róber se detuvo, y me abrazó diciendo en voz tan baja que casi no le entiendo. –“No puedo. Me gustas, me gustas de verdad”. Así se quedó unos instantes, yo estaba perpleja pensando que él había hecho lo que yo no había sido capaz, y entonces volvió a susurrarme. –“Nos están viendo. Una de tus amigas está dentro de la caseta. Grabándonos en vídeo” El horror que me produjeron sus palabras hizo que me abrazara aún con más fuerza a él. -“Montse, ellas quieren pruebas para amenazarte. Me convencieron porque no quieren dinero, sino que tú consigas que el cabrón de tu marido no las obligue a hacer tantas horas extras, o que al menos las page como es debido” Me confesó ...