1. Ella - El.


    Fecha: 06/09/2017, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... guantes negros largos, que resaltaban sobre su blanca y nívea piel. Su brazo derecho descansaba sobre la parte metálica que corresponde a dejar la pierna, pues vi que era aquella una cama de ginecología. Más, con extraño modo, contemplé que el rostro bello de mi tía y toda su cabeza hasta la parte inferior de su cuello, se ocultaba en un antifaz de oscuro y negro látex. Solamente tenía aberturas para la boca y naturalmente los respectivos para los ojos y la nariz. Lorena tomó asiento en el diván cruzando las piernas, notando que su pose la hacía ver más hermosa. Yo miré a mi tía, y ella, desde su misma y silenciosa posición, me habló. __ He ocultado mi rostro, niña hermosa, porque sé que si ves mis ojos te sentirás inhiba y tal vez apenada. Con el tiempo ya me lo pedirás; por ahora sólo pido que te muestres dulce y sientas tu entrega sin limitaciones. Dime: ¿quieres que Lorena nos deje a solas o se retire? Noté cómo ella miraba a su amiga, y ella observándome a mí, formando un curioso triangulo de miradas. __ ¡Que permanezca; pues ella te ama y yo a ti! – dije yo con firmeza, aunque con el mismo revoloteo de mariposas en mi estómago. Entonces mi tía se acercó a mí, y escuché yo el alto sonido de sus tacones sobre el blanco suelo. Hizo alto ante mí y paseo delicadamente sus manos entalladas por los guantes. Se fue poco a poco recorriendo mi torso hasta desviarse sobre mis hombros, y sujetándome por los extremos de mis brazos, me comenzó a echar abajo el vestido. Cayó este a ...
    ... mis pies, y yo alcé primero una pierna y luego otra. Después, mi tía, con calma y suma experiencia, rodeo mis pechos entre sus manos. Sentí que la humedad gobernaba a mi sexo, y ella notando esto, se inclinó y tras besar unos instantes mi vientre, hizo lo mismo con mi calzón que con el vestido. Quedé entonces, solamente con las azules zapatillas, mi tía se incorporaba lentamente, mientras sus labios casi fuera de aquel antifaz, se ocupaban en un dulce y tibio besar en todo mi torso. Sentí la caricia fresca de su lengua al recorrer mis pezones, y un estremecimiento que casi me tumbaba, fue como un grito de placer cuando me mordisqueo mis aureolas, y con agrado las dejaba aprisionadas en sus dientes con la medida necesaria de presión. Entonces, yo no pude más, debido a mi inexperiencia y juventud, pues acerqué mi boca a la de mi tía y nos fundimos en un paradisiaco beso. Pero ella, me apartó dulcemente, y colocándose a gatas sobre el suelo, observé su forma esbelta y deliciosa, invitándome a montarla. Se acostó de espalda al suelo, y con uno de sus dedos índices, me indicó que me acercara. Me senté sobre ella, dejando mi sexo sobre el suyo, y ella con el movimiento entrenado ya de tantos años, simulo que me penetraba, yo ardía en una fiebre desmedida al sentir el continuo contacto de su sexo contra el mío. Aquel rozar de las pieles tibias, me llevaba a un desenfreno paradisiaco, que demostraba yo disfrutar en sendos jadeos. Posaba sus manos oscuras sobre los lados de mi cintura ...
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