UN LARGO Y CÁLIDO VERANO
Fecha: 23/04/2019,
Categorías:
Primera Vez
Tabú
Autor: Livido, Fuente: xHamster
Pasó hace años, mi amiga Carlita y yo éramos dos ventarrones rodando en nuestras bicicletas por el balneario. Dueñas del viento y el mar de aquella lejana Bahía de San Blas, una península perdida en el sur de la Provincia de Buenos Aires. Mis padres habían venido a veranear todo un mes a ese bello y agreste lugar. Mi madre y yo nos quedábamos todo el mes y mi padre venía los fines de semana desde Bahía Blanca donde trabajaba en un banco. Carlita y yo, dos niñas, apenas mujeres, gozando de la libertad de no tener horarios ni controles, con toda la calle, sol y viento para nosotras.Montadas en nuestros corceles de dos ruedas nos creíamos las reinas de la península. Carlita era algo mayor que yo y vivía con su abuelo el panadero del balneario, nos habíamos conocido el verano pasado, las dos apenas mujeres, quemadas por el sol y curtidas por el salitre.Yo flaca de piernas largas y pocas cuervas ya sentía en mi cuerpo las comezones de la pubertad. Pero poco sabíamos de sexo a nuestra edad en un tiempo que no tenías a quien preguntar lleno de tabúes y represiones.Era un mundo de aventura y sensaciones que nos llamaba y atraía y nosotras compartíamos conocimientos, ojeando unas revistas con mujeres desnudas y deseos ocultos por los muchachos del balneario entre risas y toqueteos. Yo había empezado a explorar mi cuerpo, a acaríciame los pechitos y jugar con el manguito de un cepillo de pelo por la noches, lo lubricaba con cremita y lo metía suavemente en mi conchita o mi cola ...
... fantaseando con que tres obreros de la construcción rudos y musculosos me arrastraban a una casa abandonada y me violaban reiteradamente, o que mi profesor de matemáticas me manoseaba detrás del pupitre mientras movía el cepillo en un mete y saca placentero, hasta que permanecía quietita semidormida con el cepillo de chupete para sentir el sabor de mi conchita que quedaba hinchada y colorada de tanta fricción. A mi desde esa edad me gustaban los hombres mayores. Es un viejo me decía Carlita cuando me veía absorta mirando el bulto de algún veterano.Me daba cuenta que los muchachos y los hombres empezaban a mirarme con ojeadas lascivas de deseo y eso me producía una extraña sensación de ser ultrajada que hacía que realizara cosas sin pesarlo, como acortar mi pollerita, usar pantalones cortos cada vez más cavados, caminar contoneando mis caderas, o la ropa interior cada vez más metida en mi rajita. Estaba sonriente yatenta a las sensaciones que provocaba y a las actitudes de los hombres.Carlita me enseño a masturbarme y juntas lográbamos unos deliciosos cosquilleos. Ella había saboreado con un amigo situaciones más avanzadas que las mías porque me contó que había tenido su pene en las manos y se encontró acariciándolo hasta que le salió un líquido blanco como leche que le ensució las manos y la ropa. - Es el semen que largan los machos cuando se calientan – me enseñaba.Me gustaba por las tardecitas comprar un helado de frutilla, en la panadería del abuelo de Carlita, sentarme en el ...