Tarjetas Black 2
Fecha: 09/03/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos
... recibir, y prosiguió. ― Bueno, quizá tú seas la más lista, pero yo tengo algo que tú quieres… ¿verdad? ― O no… ―le cortó la mujer con otro menosprecio. Sonreía. ― De acuerdo, digamos al menos que alguien quiere saber si va a tener o no, problemas. Evidentemente, usted no va a rebelar de quién se trata. Lo cual nos devuelve a la cuestión inicial, ¿es usted policía? Róber comprendió que ella no iba a responder a aquella pregunta. Habría apostado a que no lo era, lo mismo que un jugador apuesta todo al Negro en la ruleta rusa. Tuvo que jugar fuerte, y siguió hablando. ― Aunque no quiere usted colaborar conmigo, en señal de buena fe, le informo de que éste de aquí es mi ordenador privado y no contiene lo que vino a buscar… También le informo de que soy un hombre razonable al que le gustan las personas intrépidas… sobre todo si son mujeres casadas, como usted. ―dijo haciendo referencia al añillo en la mano derecha de ella― Así que si es usted policía identifíquese, y si quiere negociar… desnúdese. Aquella no era de las que se asustan fácilmente, y dijo: ― Una lista. Deme una lista de los implicados, y veremos qué puedo hacer yo por usted. ― Le devolvió la pelota ella con mirada pícara. Róber estudio la oferta que aquella intrépida señora acababa de hacerle. La mirada que le dirigió junto al cóctel de insolencia y seducción que se daba en ella estimuló la codicia de Roberto aún más de lo habitual en él. ― ¿Sabe el nombre que le interesa? ―empezó Roberto a tutearla. ― Sí ―respondió ...
... ella. ― Y no prefiere sacar… digamos… 1000 dólares extra por decirme ahora ese nombre ―Roberto lanzó otra oferta― Si estaba en mi lista como si no antes de esta noche, él nunca lo sabrá. Sin meditar respondió seria e inmediatamente. ― Disculpe, pero mi trabajo es un 50% dinero y un 50% confianza. Lo siento. ― No me lo está poniendo fácil… ―se quejó Roberto― Veamos, no puedo darle una lista como esa y dejar que se la lleve, pero le diré que haremos... y va a ser la última propuesta que le haga, ¿está claro? ―le advirtió Roberto con severidad― Parece usted una mujer con recursos, y me gustaría comprobarlo. Quiero verla desnuda, y nuestro amigo se desnudará también ―refiriéndose al joven recepcionista― Después, él se tumbará sobre la cama y usted tendrá que conseguir que él se corra, después de lo que él ha hecho por usted es lo mínimo que puede hacer por él… ― Y tú no te vas a desnudar, no es justo ―añadió la mujer sonriendo. ― Después, yo... ― Roberto hizo una pausa inquietante― le dejaré los papeles. Podrá ojearlos cuanto quiera, pero me los devolverá antes de marcharse… ¿Le interesa? La señora no respondió. Se puso en pie y tras dirigir una última mirada a ambos comenzó a desabotonarse la bata del uniforme de limpiadora. Anna Lucía, de un apenas un metro sesenta de estatura, era una mujer madura y luchadora. Era una mujer hermosa de coño negro como la noche, piel dorada, ojos café, nariz delicada, labios rotundos y sensuales. Le encantaba su trabajo como profesora de lengua ...