1. Esta vida tan hermosa


    Fecha: 02/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la contigua vivía Miguel, un soltero casi cuarentón y solitario, de buena pinta, alto y fornido, que pronto se convirtió en nuestro amigo íntimo haciendo de las tertulias nocturnas algo cotidiano en nuestra cabaña. La actitud de Celia ante su irrupción en nuestras vidas fue de verdad sorprendente, distinta a la que había mantenido hasta ahí desde el año del incidente en Miami, sin haber mostrado sentirse atraída por otro hombre, incluso las veces que algún amigo mío o conocido de ambos trató de conquistarla. Ahora, en cambio, inició un coqueteo con Miguel que fue simplemente descarado desde el primer momento, como si en nuestros encuentros diarios estuviera sola y no con su marido al que, como ya dije, amaba fuera de toda duda. Su actitud fue tan brutal y descarnada, que junto con dejarme desarmado, sin iniciativa para oponerme al avance diario de la conquista del macho que iba a gozarse a mi mujer ante mis propios ojos, me empujó sin remedio al placer apasionante y sin límites del sometimiento de un hombre por una hembra. Desde el primer momento Celia se preparó para las visitas de Miguel delante de mí, como si yo fuese invisible o un sirviente al que no valía la pena ni siquiera comentar sus intenciones. Acortaba sus faldas hasta dejarlas cubriendo apenas sus nalgas, abría los escotes y se colocaba minúsculas bragas momentos antes que él entrara a nuestra cabaña. Una vez que estaba junto a Miguel, iniciaba el coqueteo mostrando sus largos muslos hasta dejarle ver su sexo ...
    ... en rápidas y fugaces aberturas de piernas, sentándose en su falda con cualquier pretexto, restregando su cuerpo contra la entrepierna de Miguel que se veía abultada y a punto de estallar, no obstante los esfuerzos que él hacía por disimularlo. Luego, cuando él se iba, la actitud de Celia conmigo seguía su desconcertante naturalidad, atenta, tierna en el amor, y delirante en el sexo. No había comentarios sobre las escenas que me tocaba presenciar. Después comprendí que su actitud era el fruto inconsciente de la verdadera cara de su sexualidad: mi presencia era y es hasta hoy el aliciente enardecedor de su perversión; convertirme en testigo pasivo de su depravación sexual la lleva a cimas increíbles de un placer morboso y frenético... tan frenético y cautivante como lo es para mí jugar el papel que ella tanto adora. Pero sigamos. Una noche, habiéndose acabado el stock de bebidas de nuestro refrigerador, salí un momento de la cabaña, donde ya estaba Miguel con nosotros, para traerlas desde una pequeña tienda cercana. Demoré un poco, aunque no mucho, porque el local estaba a no más de cien metros de nuestro hogar transitorio. Al volver, comencé a buscar las llaves para entrar, pero antes de concretar mi acción la puerta se abrió apareciendo en ella la figura de Celia. Estaba completamente desnuda, desgreñada, con la cara contraída de placer y la respiración agitada por el esfuerzo. -Andate -me dijo- Unas dos horas. Quiero follar tranquila... -Pero... -alcancé a balbucear. Entonces ...
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