Karina, el segundo encule de mi vida (1)
Fecha: 24/10/2017,
Categorías:
Grandes Relatos,
Erotismo y Amor
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
... en la lavadora o secadora. Eran muchas cosas las que hacían difícil mi situación, mas sin embargo se aplacaba aquella tensión con la atención exquisita y melosa de la bella y escultural Karina. La casa era espaciosa y nos brindaba espacios libres a ambos y quizá por ser solo dos en una construcción de 2500 metros cuadrados, nos buscábamos mutuamente para no sentir la soledad. Cuando vivía solo, quizá ya me había acostumbrado a no escuchar otra voz. Hoy procuraba encontrar su mirada, escuchar su voz, sentir su olor y de vez en cuando el calor de sus manos. Y recuerdo mucho los veranos con ella, pues salía con su pequeño bikini a nadar a la piscina y donde más de alguna vez procuré sentir su torso desnudo. ¡Que delicia es volver a recordar su sensual silueta! De esta manera pasaron los meses y ese arreglo de una estadía temporal se había alargado y yo esperaba que continuara así. Por mi cuenta hubiese querido que se extendiera por décadas, yo necesitaba de su presencia aunque después de cuatro meses estaba forzado de una manera inconsciente a una dieta sexual. Las chicas con las que me acostaba por aquel tiempo, quedaron relegadas al olvido y me conformaba con el dulce olor a Karina. Todo cambió desde el día que jugando futbol en el parque, llegué rengueando y apenas subí las gradas que conducen de la cochera a la entrada de la casa. Tenía el tobillo y rodilla hinchada y al verme Karina entrar en esa condición, se me acercó y me permitió que me apoyara en su hombro. Me ayudó a ...
... subir hasta el segundo nivel y me aconsejó que tomara un baño caliente y que ella buscaría algún ungüento y alguna venda. Al salir de mi baño, la vi sentada en la cama de mi habitación. Era la primera vez que recuerdo entraba hasta ahí. Me pidió que me acostara y comenzó a masajear mi pierna desde los dedos de mis pies hasta llegar a mi entrepierna. Su toque era delicado y con todo lo que encerraba Karina para mi, su dulzura, su belleza, su melosidad para conmigo, todo aquello me excitaba al sentir su roce de las yemas de sus delicados dedos al masajear mi piel. No pude evitarlo y creo que ella notó mi erección. Lo tomó de lo más natural y prosiguió. Me puso unas vendas y luego me comenzó a masajear la espalda y me dio un masaje en la cabeza y todo aquello, mi dolor y cansancio, hizo que cayera en sueño y cuando desperté en la noche, ahí estaba Karina, dormitada y abrazada a mí, con su pierna sobre mi espalda con su pequeño pantalón corto de algodón y de un color celeste. Contemplé su sueño y no quise interrumpirla y goce con tenerla en mi cama, aunque no pasara más que aquella atención fraternal. Como el siguiente día no fui a trabajar dada mi condición, ella se salía temprano de la oficina, pues su jefe, quien era yo, le brindaba convenientemente tal permiso. En la compañía nadie sabía que Karina y yo vivíamos en el mismo techo y de esta manera nos mantuvimos para evitar rumores y malos entendidos. De hecho, Karina siempre llegaba en su coche y yo en el mío. Fue por medio ...