1. Heil mama (Cap. 6)


    Fecha: 18/02/2019, Categorías: Incesto Anal Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... de viscoso semen en el retrete me devolvieron a la realidad. Lo limpié, tiré de la cisterna, me lavé las manos y la sudorosa cara. Salí del baño dispuesto a comportarme como si nada hubiese pasado. No iba a dejar que las mentiras de ese cabronazo enturbiasen mi ya complicada vida familiar. A la hora de comer mi madre volvió a preguntarme varias veces cómo me encontraba. La convencí de que ya estaba perfectamente y ataqué el delicioso arroz que había preparado. Mi tía Merche estaba sentada delante de mí, y la mesa de la cocina, donde solíamos comer, era lo bastante estrecha como para que pudiese estirar una pierna y meter el pie entre mis muslos. Nos miramos fijamente, yo muy serio y ella con una mueca traviesa. Hablaba con su hermana como si tal cosa y al mismo tiempo frotaba muy despacio su pie contra mi paquete. Mirarla con furia no bastó para que la viciosa de mi tía se estuviese quieta, y no podía decirle nada ni hacer movimientos sospechosos. La dejé hacer y pronto mi tranca estaba dura como una barra de pan de la semana anterior, marcándose en la pernera de mi pijama, apretada entre mi muslo y los incansables dedos de su pie. Cuando mi madre se levantó de la mesa para servirnos el segundo plato aceleró el ritmo, frotando mi glande con la planta y el dedo gordo. La muy zorra sabía lo que hacía. Miré a mamá, de espaldas junto a la encimera, y un intenso orgasmo me hizo apretar los dientes y agarrar el tenedor con tanta fuerza que casi lo doblo. Solté un largo suspiro, ...
    ... intentando hacer el menor ruido posible. Por suerte, había descargado poco antes en el baño y la mancha en mis pantalones no era muy grande. Mi madre volvió a sentarse a la mesa y mi miró, entornando un poco los ojos. —Estás muy rojo, cariño. Y sudando. ¿Seguro que estás bien? —Sí, estoy bien. —Mañana podemos ir al médico, si quieres. —No. Te digo que estoy bien, joder. —¡Oye! Habla bien en la mesa. —Lo siento, mamá. Después de comer mi madre se quedó dormida en el sofá, como de costumbre. Yo me encerré en mi habitación, dándole todavía vueltas al asunto del confesionario. Tenía que hacer algo, no sin antes hablar con mis colegas. A eso de las cinco comencé a vestirme. Román y los demás ya debían estar en nuestro banco del parque. Mientras me ataba las botas la puerta de mi habitación se abrió y entró mi tía. Llevaba unos leggins negros muy ajustados, deportivas y una camiseta holgada, como si fuese a salir a correr. En cuanto entró me levanté, la agarré por los hombros y la aplasté contra la puerta cerrada, mirándola a los ojos con mi nariz casi tocando la suya. —No vuelvas a hacer algo así, loca de los cojones —le escupí, en un susurro furioso —. Con mi madre sentada a la mesa... ¿Es que quieres que nos pille? —Venga ya, Paquito, no exageres. Seguro que ella ni siquiera sabe que se le puede hacer una paja a un tío con el pie —dijo, burlona y sin una pizca de miedo. —Eso da igual. Podría haberse dado cuenta. —Pero no lo ha hecho. Cálmate, cielo. Si te portas bien después te ...
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