1. Atendido por mi cuñada Margarita


    Fecha: 10/12/2018, Categorías: Incesto Infidelidad Autor: romiyjoal, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando Margarita me propuso semejante asunto, quedé sin palabras y asombrado. No supe que decirle mirando atónito e incrédulo sus grandes ojos negros, seguros y serenos. Hice un esfuerzo mayúsculo para tomar con naturalidad lo que ella me decía por absurdo que pareciera y apenas si logré reponerme. Le pregunté entonces con timidez y algo nervioso: - ¿Estás segura de querer hacer eso? - Claro que sí. Si no, no te lo propusiera. ¿Tienes otra idea mejor o alternativa? ¿Te da cosa porque soy tu cuñada, verdad? - No, no, no para nada. Sí quiero hacerlo y no sabes cuánto te agradezco tu generosidad. Me haces un gran favor que no sé cómo pagarte. ¿Empezaríamos mañana entonces? – le respondí tratando de esconder mi voz quebradiza. - Si. Mira; llegaré un poco antes de lo acostumbrado para que nos dé tiempo. No le comentes nada a mi hermana de lo que te dijo el médico. No es necesario hacerla sentir mal. - No, no le comentaré nadita. Ni más faltaba. Desviamos la conversación hacia otros temas banales durante los quince minutos que tomo el taxi en llevarnos de la clínica en la que yo acababa de tener mi cita médica al barrio en el que vivíamos, pero yo no lograba concentrarme y tampoco dejaba de pensar incrédulo en lo que íbamos a hacer. Margarita era, realmente generosa con migo. Siempre lo había sido desde que nos conocimos, pero también ha sido siempre una mujer traviesa, testaruda, atrevida y hasta sin escrúpulos. Diría que tiene un alma criminal por naturaleza que esconde bien ...
    ... bajo una suave y fascinante dulzura. Nos bajamos del taxi y nos despedimos en la puerta de mi piso. - Alberto ya está por llegar y la cena está atrasada - dijo mirando su reloj y andando a caminar las dos callecitas que nos separaban de su casa al edificio en el que yo vivía. Yo la contemplé unos segundos, concentrado en su andar de paso rápido sin poder evitar mirar fijamente sus nalgas abultadas en la horma de su blue-jean raído. Mi amigo y vecino Miguel tiene toda la razón. Margarita tiene el mejor culo del barrio. Subí las escaleras para entrar. Eran casi las cinco y cuarenta de la tarde. Me metí a la ducha pensando en el suceso que habría de suceder al día siguiente. Empezaba a estar ansioso mientras el chorro de agua fresca aliviaba mi piel sudada. Mi pene bastante recuperado después de la cirugía estaba ya listo para retornar a sus quehaceres normales según el médico. Me vestí recreando la imagen del culo de mi cuñada. Me lo inventaba y reinventaba semidesnudo o completamente desnudo ante mis ojos. Lo imaginaba de diferentes texturas. Debía ser aún más blanco que su rostro. ¿Tendría lunares? ¿La piel sería lisa y tersa o más bien estriada? Una erección ligera comenzaba a notarse por encima de mi calzón azul grisáceo limpio recién puesto, pero escuché en ese momento los pasos de mi esposa Paola subiendo la escaleras para entrar. Los pensamientos impíos se interrumpieron y me incorporé para recibirla. El rostro de mi mujer expresaba cansancio del día laboral. Nos dimos el ...
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