Placer
Fecha: 25/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... sus dos hijos y de Sebastián, mi jefe. *** Ya hace dos meses que dura mi estado de placer sostenido. Como tantos episodios de nuestra vida, comenzó como un hecho completamente casual. Sencillamente me encontraba en el lugar adecuado en el momento preciso. Había acabado una reunión con un cliente, así que me disponía a volver directamente a casa, cuando al entrar en el coche me di cuenta que había olvidado en el despacho unos documentos sin los que no podía realizar la visita del día siguiente, a 120 km de Barcelona. Como quería evitarme tener que entrar en la ciudad condal a primera hora de la mañana, pues me era mucho más cómodo dirigirme allí directamente desde mi casa, no me quedó más remedio que volver a la oficina, aunque tuviera que demorarme casi media hora entre trayecto y recogida. Lo que no preví es que tardaría varias horas en llegar a casa. Solamente quedaba mi jefe en la oficina, pero no lo vi. Había luz en su despacho y estaba discutiendo con alguien. No me extrañó lo más mínimo y me interesó menos. Sebastián es el típico ejecutivo agresivo que vive para y por el éxito, el suyo, al que no le importa pisar a quien se tercie ni echarle al trabajo más horas que un reloj. Recogí la carpeta con la oferta y salí. Justo entraba en el ascensor cuando una mujer rubia, de unos cuarenta años, buen cuerpo y elegantemente vestida, salía de nuestras oficinas con prisa para entrar en el cubículo. Por poco no choca conmigo. Se disculpó, con un hilo de voz. Sin duda esperaba que ...
... el habitáculo estuviera vacío, así que las diez plantas que nos hicimos compañía se le hicieron muy largas, tanto que antes de llegar a tierra comenzaron a resbalar las primeras lágrimas por sus mejillas. La había conocido hacía unos años, en una fiesta de la empresa en que invitaron a las parejas del personal, sin duda buscando crear sentimiento de familia para que todos nos consideráramos parte del éxito de la compañía y remáramos en la misma dirección. Ella también me conocía a mí, claro, por lo que la necesidad de entablar una mini conversación de circunstancias, le provocó tener que esforzarse más de lo que su estado de ánimo le permitía en aquel momento, lo que la llevó a estallar. Levemente, al principio, pues su educación de colegio privado así se lo había enseñado, con fervor cuando le tendí un pañuelo y posé una mano sobre su hombro. Pasamos la siguiente hora larga en el reservado de un pub situado a dos calles de la oficina. Se bebió tres whiskies como si fueran agua, mientras yo solamente podía con uno. Su tercero debía haber sido mi segundo. Allí Nora se desahogó. -Hoy cumplimos once años casados y teníamos entradas para el teatro después de cenar en el Tickets, pero le ha salido un imprevisto en el trabajo. Siempre lo mismo. El trabajo, el trabajo, el trabajo. Ni yo ni la niña le interesamos lo más mínimo. No sé por qué se casó conmigo. Aunque no sé de qué me extraño. Siempre ha sido así. Me contó muchas más cosas, pero este sería un resumen bastante ajustado a ...