Un buen vecino
Fecha: 14/10/2017,
Categorías:
Dominación
Hetero
Autor: Fernán, Fuente: CuentoRelatos
... trabajar, y allí me encontré con su marido que me saludó como siempre, lo que me convenció de que nada había contado de lo sucedido, lo que me tranquilizó. Y el día pasó tranquilamente. Esa noche recordé lo ocurrido, y además de la excitación que sentí, que me obligó a masturbarme, me propuse disculparme con Silvia apenas la cruzara en el edificio. Me sentía con mucha culpa por mi actitud salvaje. Me costó mucho dormirme. Entre sueños, sentí el timbre de la puerta. Sobresaltado, me desperté y miré el reloj, 8:30 de la mañana, me había quedado dormido. Salté de la cama ante la insistencia del timbre, y a los tropezones llegué hasta la puerta. Abrí, y allí parada frente a mí, Felicia, con una bata hasta los tobillos, me miró, y abrió su bata, y exhibió su cuerpo desnudo debajo. —Mi llave volvió a trabarse —dijo mirándome con deseo, y sin que yo alcanzara a reaccionar entró a mi departamento. Entré, cerré la puerta con llave y cuando volteé, la tenía encima de mí besándome y acariciándome por todo el cuerpo. Bajó con su boca por mi cuerpo, y sus manos que iban delante iban arañándome suavemente hacia abajo, marcando el camino para su lengua. Cuando llegó a mi bóxer, que era lo único que tenía puesto, lo bajó de un golpe metiendo sus dedos por los costados, y de inmediato tomó mi verga con su boca, la que no había tenido tiempo ni de endurecerse ante la sorpresa. Pero una vez en su boca, en segundos estaba dura como un hierro candente. Allí, apoyado contra la puerta, me parecía ...
... estar soñando. La tomé de los hombros y la levanté, buscando sus labios con los míos, hice caer su bata al suelo dejándola totalmente desnuda, y salí de dentro de mi bóxer que estaba en el suelo. Bajé mis brazos por los costados de su cuerpo, ella se colgó de mi cuello mientras seguíamos besándonos, y una vez que llegué hasta sus nalgas, la levanté, y en el aire, apunté mi verga a su concha y la penetré. Ella envolvió mi cintura con sus piernas, y comenzó a moverse para completar la penetración y empezar la cogida. Así, unidos por nuestros sexos, la llevé hasta mi dormitorio, y allí la coloqué sobre la cama mientras seguí penetrándola. Su boca, con desesperación, besaba mis labios, mi rostro, mi cuello, mientras gemía cuando en mis movimientos llegaba hasta el fondo enterrando mi verga hasta los huevos. —Ahora te voy a montar —le dije al oído, y sacando mi verga, la hice girar y colocarse en cuatro patas apoyada en sus manos y rodillas. Me coloqué detrás de ella y despacio la volví a penetrar hasta el fondo. La tomé de la cintura y comencé a bombearla. Ella, cuando se sintió empalada hasta el fondo, flexionó sus brazos, apoyando su cabeza en la almohada y dejando así un ángulo de penetración que hacía que la misma fuera más ajustada y rozara más las paredes de su vagina, con lo que aumentaba su placer, como dejaban traslucir sus gemidos. En esa posición tuvo un orgasmo explosivo, se aflojó y de inmediato comenzó a pedir más. En un rato, sentí que ya no podía soportar más, y ...