1. El maestro y la viuda


    Fecha: 23/04/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... voy a ayudarte”. Pero nada más lejos de la realidad. No consintió concertar una reunión, y a duras penas conseguí arrancarle el compromiso de que hablaría seriamente con su hijo, algo que ella anticipó, no serviría de nada.
    
    Al alejarse calle abajo, Maricruz no dejaba de tirar de la mano de Moisés e insistirle que caminara más rápido, pues éste se hacía el remolón y oponía una resistencia fútil e infantil. Físicamente, en cambio, el chico aparentaba más edad que tenía. Como media cabeza más alto que su madrastra, en su cuerpo flacucho, torpe y desproporcionado ya comenzaba a intuirse el hombre que algún día sería.
    
    Por mi parte, yo soy un joven moreno, alto, musculoso y bien formado. Me gusta sentirme fuerte y ágil, de modo que entre semana acudo al gimnasio en días alternos, y el resto, salgo a correr. Además, los fines de semana monto en bicicleta con los amigos. En fin, hasta hoy mantengo un abdomen plano, garantía de una erección sólida y duradera.
    
    Soy más atractivo que guapo, pues mi éxito entre las mujeres se fundamenta en mi complexión física, en mi carácter alegre, optimista y por momentos salvaje, más que en mi cara bonita. Tener confianza en uno mismo, ser educado y tenaz también ayuda a que las mujeres te crean capaz de darles lo que buscan.
    
    El tamaño de mi miembro es de lo más normal, lo cual me parece estupendo, ya que de otro modo no hubiera podido romper tantos prejuicios contra el sexo anal como tienen las jóvenes de este anticuado país. En cuanto a ...
    ... ellas, las prefiero guerrilleras y desinhibidas; a poder ser, que no sean demasiado arpías y controladoras; que les guste bailar, eso sí, y pasarlo bien; que tengan curvas que poder agarrar y atributos con los que divertirse; pero también tengo debilidad por las más introvertidas y vergonzosas, ya que una vez lograda su confianza, son las más golfas. Me fascinan los pezones de las tímidas, el culito de las estiradas, y la boca de esas que andan todo el día contando calorías.
    
    Volviendo a lo que les contaba. Moisés, efectivamente, se comportó mejor durante un par de días, al cabo de los cuales recuperó su desgana y desidia habitual, acudiendo con las tareas hechas deprisa y corriendo, cuando no sin hacer, y faltando a clase si tocaba una tarea que no era de su agrado. Aún así, nada habría ocurrido si no se hubiese pasado de la raya.
    
    Un día me hizo una burla que causó la hilaridad de todos sus compañeros, y hasta yo me hubiera reído de no ser inapropiado. Se trataba de una grave falta de respeto, muy perjudicial para mi autoridad, de manera que llamé a Maricruz por teléfono y le exigí que acudiera al colegio de inmediato.
    
    Maricruz vino esa misma mañana a hablar conmigo. Esperé con impaciencia su llegada, pues la verdad es que me moría por volverla a ver, y quizá por ello me gustó tanto su vestido. Afortunadamente, se presentó en el patio justo después del recreo, cuando los críos acababan de entrar a clase. A pesar de lo delicado del momento, sonreí para quitarle hierro ...
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