1. Venganza


    Fecha: 18/04/2024, Categorías: Infidelidad Autor: TuesdayScripter, Fuente: TodoRelatos

    ... ruido. Ayer había sido su cumpleaños y, debido a un reciente homicidio, no había podido estar con ella; quería darle una sorpresa cálida, pero fui yo quien se llevó la sorpresa. «¡Fóllame, hazme sentir mujer!», le gritaba a un perro fornido que lo tenía encima de ella.
    
    De esa forma, más allá de descubrir que Eva me era infiel, aprendí que era un hombre más fuerte de lo pensado. No hubo golpes ni muertes. Así como entré, salí del apartamento y me fui a un bar para follarme, yo también, a una prostituta y pagarle con la misma moneda. Me acosté con una pelirroja de infarto, pero pronto caí en cuenta de que, más allá de retirarme el preservativo para venirme en sus grandes pechos y besarla con pasión, me era imposible entablar una verdadera conexión con ella. ¿Quién era? ¿Por qué trabajaba ahí? ¿Qué significaban las cicatrices que afeaban sus muñecas? ¿De verdad se llamaba Denise? Nada. Nunca podría saber lo suficiente de una mujer que se dedicaba a ese mundo.
    
    Me sentía perdido. Eran apenas las nueve de la noche y la furia me consumía. Podría lanzarme del próximo centro comercial más popular de la ciudad o de un puente, no importaba. ¡Que me vieran morir! ¿Qué más daba? Era un cornudo, un perro infeliz. Sin casa, sin dueño, sin propósito.
    
    Cuando iba de regreso a casa, dispuesto a mostrarle parte de las bragas húmedas de la puta que acababa de comerme a Eva, recibí una llamada en mi móvil. Para mi sorpresa, al otro lado del teléfono se encontraba Julieta, la hermana ...
    ... menor de la perra de mi esposa. Aunque al principio dudé en contestar debido a mi estado de ánimo, finalmente decidí hacerlo.
    
    —¡Hey, Andrés! —me saludó ella, con excesivo entusiasmo—. ¿Qué pasa? Llevo media hora esperándote. ¿Sí vas a venir?
    
    —¿De qué hablas? —contesté con voz ronca.
    
    —¿No vas a venir a ayudarme? Venga, Andrés, me hubieras dicho antes. Rechacé la ayuda de Carlos porque me dijiste que podrías con esto.
    
    Arrugué la frente, esforzándome por recordar. Sentía que me hablaba en otra lengua.
    
    —¡Coño! —exclamé, llevándome una mano a la cabeza, cuando finalmente caí en cuenta—. Joder, ¿estás en la bodega?
    
    —Ehm, sí, claro que sí.
    
    —Voy para allá, perdóname.
    
    Levanté el brazo y detuve al primer taxi que se cruzó en mi camino. Un par de copas me habían nublado el juicio y andaba escaso de efectivo, pero por suerte me alcanzó para pagar la carrera. Así fue como llegué a la bodega de telas en un par de minutos. Al entrar con mi copia de la llave, vi a Julieta en la oficina; su cabello recogido en una moña dejaba al descubierto un flequillo desordenado y húmedo por el sudor. Me pareció guapísima con sus lentes y un lápiz colorido detrás de la oreja. Julieta era esencialmente bella, por más que se descuidara en su emprendimiento. Sin rodeos, me saludó con un beso rápido en la mejilla y, luego trotando hacia un lateral de la bodega, me dio las indicaciones sobre la carga.
    
    —Tienes que contabilizar por kilos el cargamento de telas y registrarlos en esta ...
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