Viajando en el tiempo (6)
Fecha: 04/09/2018,
Categorías:
Infidelidad
Grandes Series,
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... XX o principios del XXI. Te preguntarás el por qué: -En esa época (antigua para mí, pero actual para ti), el amor lésbico no estaba tan generalizado como ahora. Las mujeres de esa época ya sabían de ello y algunas incluso habían tenido algún escarceo. ¿Has tenido relaciones alguna vez con una mujer? Eva recordó que tenía que hacerse la inocente, pero no la tonta. -Bbbueno… Una vez, con una amiga, solas en mi habitación, me estaba contando lo que había hecho con un chico y me lo demostró repitiendo en mis pechos y mi sexo las caricias que le había practicado. A ella le había resultado agradable, pero a mí no me gustó. Estaba nerviosa y temerosa de que entrasen mis padres y nos pillaran. -En la época en la que estás, las mujeres no tenemos problemas para disfrutar entre nosotras. No es que seamos todas lesbianas, pero si nos gusta una mujer, dejamos a nuestros maridos, novios, parejas o amantes y nos vamos juntas a disfrutar de una o varias noches entre nosotras. -¿Y vuestras parejas no se enfadan? -No. Todo el mundo lo tiene asumido. Vivimos en una especie de matriarcado, en el que nosotras elegimos y ellos nos esperan. Mientras la relación sea entre mujeres, ellos no lo ven mal, incluso a algunos les excita. Lo que no está permitido es que las mujeres elijan otros hombres o los hombres otras mujeres si no es por cambio de pareja. -¿Y los hombres lo aceptan y permiten? -Jajajajajaja. Hubo un momento en el que tuvieron que decidir: O aceptaban las nuevas normas, o se mataban ...
... a pajas. De todas formas, todavía quedan algunas parejas tradicionales, como las de tu tiempo, el hombre manda y la mujer obedece. -Tú estás casada o tienes pareja. -Sí, estoy casada, pero mi marido está de viaje y estoy muy excitada. ¿Tú estás casada…? Perdona, olvidaba que no puedes decir nada. Ven, vamos a sentarnos. La tomó de la mano y tiró de ella con suavidad hacia las piezas que parecían sillones sin patas. Tocó en determinados lugares de cuatro de ellas y, automáticamente, se unieron en un amplísimo sofá. Un nuevo toque y se bajó el respaldo, desplegándose nuevas piezas que formaron una enorme plataforma de apariencia metálica con una zona ligeramente levantado, haciendo de almohada. -Ven, descansaremos aquí. Estaremos más cómodas.- Dijo Sara. A Eva no le cupo ya duda de quién era su cliente. Esta vez no era un hombre. -“Más cómodas sobre el metal, lo dudo” -Pensó Eva. -Desnúdame. –Pidió Sara. Eva se acercó a ella. Llevaba una especie de vestido de fina seda, tipo toga, que envolvía su cuerpo y permitía ver tamizados, sus redondos y tiesos pechos y con un poco más dificultad, su depilado coño. La prenda rodeaba su cuerpo, pasando bajo su sobaco derecho y sujetándose con un broche sobre el hombro izquierdo. Eva buscó el enganche del broche sin encontrarlo. Probó a desplazar la prenda por el hombro para bajarla por los costados, pero no daba de sí. Sara, al ver su torpeza, le dijo: -Jajajajajaja. Déjame a mí, que veo que no sabes cómo funciona esto. Llevó un dedo a ...