Los perturbadores mensajes de mi hermana (parte II)
Fecha: 29/08/2018,
Categorías:
Incesto
Infidelidad
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... la mirada y me hizo un gesto de pucherito, inclinando levemente su cabeza hacia un costado y transformando su boca en una sensual trompita. Esto me calentó sobremanera. Más tarde, cuando ya todos nos habíamos retirado a nuestras habitaciones, los demonios retornaron: “Te gustó mi pucherito de trola, bb? “Apuesto que sí… jajaja” “Cuántas pajas llevás con mi tanguita?” No puedo decir que no esperaba sus mensajes. No sólo los esperaba, sino que los deseaba. Respondí sin vacilar: “Me encantó tu trompita sexy, hermanita. Y desde que me regalaste la tanguita no he parado de pajearme imaginándome cómo te queda” Como era previsible, ella fue un poco más allá: “Mmm… qué lindooo!... En quince minutos asomate a la puerta de mi cuarto, bb. Quiero que me veas cogiendo con Ernesto. Voy a estar pensando en vos” Era increíble. ¡Quería que la espiara mientras cogía con su marido… pensando en mí! El morbo había escalado a nivel leyenda. Conté hasta 900 y me dirigí hacia el lugar de la cita. Lo hice con extremo sigilo. La puerta de la habitación estaba entreabierta –calculé que la putita había tomado la precaución de dejarla así para facilitarme las cosas–, y aunque la abertura no era del todo generosa como para permitirme ver con claridad lo que ocurría en la pieza, los sonidos provenientes del interior me dieron ostensibles señales de acción. Empujé lentamente la puerta hasta dejar una hendidura lo suficientemente pequeña como para no ser detectado pero lo suficientemente grande como para ...
... poder observar lo que estaba ocurriendo en el lecho matrimonial. Vale estaba desnudita –en cuatro– sobre la cama. Mis ojos la contemplaron enteramente y confirmaron que estaban ante la hembra más hermosa y sensual que yo había visto en mi vida. Su culazo en pompa, bien redondo, parecía una obra de arte: un verdadero homenaje a la perfección. Mi afortunado cuñado, arrodillado detrás de ella, la embestía con ganas. Ella, con los ojos cerrados y bien aferrada al respaldo de la cama, arremetía su humanidad hacía atrás desbordante de energía, haciendo que su candente y húmeda concha se devorara con desesperación al pequeño pene de su marido. Pensé que ese culo merecía una buena pija y no el mísero pedacito de carne que le podía ofrecer mi microfalosómico cuñado. No obstante, ella parecía disfrutarlo. Allí estaba la putita de mi hermana en acción. ¡Qué hermosura, por Dios! Su piel lucía suave, tersa, resplandeciente. Afiné mi oído y pude escuchar sus silentes jadeos, al igual que el chapoteo rítmico del choque genital. Aún recuerdo –como si lo estuviese viendo ahora mismo– el momento en que mi cuñado la tomó del pelo y se lo jaló con fuerza hacía atrás. Vale quedó con su rostro ligeramente apuntando hacia arriba producto del tirón. En esa posición, abrió su boca e hizo emerger una larga y rosada lengua, con la que primero ejecutó unos lujuriosos serpenteos al aire y luego se relamió varias veces sus gruesos y colorados labios. Me calenté tanto que salí disparado por el corredor; lo ...