Intrusa en la noche de bodas
Fecha: 05/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Iría Ferrari, Fuente: CuentoRelatos
Es una tarde de verano calurosa y estoy invitada a una ceremonia, la típica boda de amigos, en la que tienes que asistir si o si por compromiso. Todo transcurre como cualquiera de esos eventos, si no fuera, por las prisas por intentar no llegar tarde. Me he comprado un precioso vestido azul de seda que marca mi silueta, adornado con unos Manolo Blahnik del mismo color, tienen unos tacones imponentes, que junto con mi ropa interior me hace sentirme sexy y deseada. Llego al juzgado cuál Cenicienta, algo tarde, por culpa del taxista que me ha dado una bonita pero engañosa vuelta por la ciudad. Al subir las escaleras, me doy cuenta de que todo el mundo me mira, no sé, sí por el retraso evidente o por mi ropa. Los caballeros de la sala, se delatan con sus miradas perversas. Por culpa del cambio de temperatura entre la calle y el interior del juzgado, frío, por el aire acondicionado, mis pezones se han erizado, marcándose bien erectos bajo la seda azul. A su vez, las invitadas, comentan entre murmullos sobre mí, con la típica risa falsa entre dientes para acercarse a decirme: - Estás guapísima Samantha! - Que vestido más acertado! Yo sonrío hipócritamente y avanzo el pasillo hacia mi asiento. Allí está el novio esperando a su futura esposa, los conozco, pero sólo por formalismo, por otra amistad que también allí se encuentra. Saludo a todo el mundo, pero, no puedo dejar de mirar al novio, allí subido en el atrio. Es tremendamente atractivo y se da cuenta de que no dejo de ...
... observarle, así que intercambiamos miradas, nos repasamos de arriba a abajo, y se paraliza un instante el tiempo. Mi mente imagina cosas extrañas, así que desconecto de sus ojos verdes. La ceremonia se inicia con la entrada de la novia, todo el mundo atento a sus pasos, y ella emocionada acercándose al novio. Lo siguiente es un " bla, bla bla" del juez hacía ellos. Yo me absorto en mis pensamientos y mi manicura. Y llega el momento en el que mis oídos vuelven a sintonizar con lo que allí ocurre. El típico instante de las películas que todos conocemos, en la que el juez muy solemne dice así: —Si hay alguien que quiera o deba oponerse a esta boda, que hable ahora o calle para siempre. Se hace un silencio en la sala, pero aun así, al fondo se escuchan las risas y murmullos de algunos amigos del novio y familiares. El novio gira su cuello hacía atrás, me mira de nuevo, pero intentando disimular, yo esquivo sus ojos. Y se dan el "Si quiero" mutuamente, entre aplausos, silbidos y alboroto de todos los invitados. Más tarde, el comedor de un restaurante de lujo alojado en un hotel de 5 estrellas, se llena por todos nosotros, cada uno busca su lugar en las mesas, buscando su nombre en las tarjetas indicadoras. —¡Ays! Me ha tocado la mesa de los "solteros de oro". Los pocos Singles que quedamos en ese evento. Curiosamente la gran mayoría son hombres, así que parezco una gacela entre tanto depredador, buscando la manera de ligar conmigo. Quiero escaparme ya de aquel lugar, pero, no tengo opción ...