Inmigrante (07)
Fecha: 08/08/2018,
Categorías:
Infidelidad
Grandes Series,
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... porque era la que tenía los estudios. Su marido no tenía titulación. Lo conoció siendo vendedor de coches y cuando se casaron se puso al frente del negocio como si fuese el dueño. Reconoció que era muy buen vendedor y que el negocio había prosperado gracias a él, pero que la solución de problemas y el trabajo corrían a cargo de ella y dos secretarias. No sería problema dejarlo en la calle, pero le interesaba que siguiera en el negocio para convencer a los clientes. Sonia dijo que ella no tenía trabajo ni medio alternativo de subsistencia y que dependía de lo que pudiese sacar a su marido. Marta, entre gemidos de placer, explicó que con lo que ella ganaba, no podría mantenerse sola y terminó con una nueva corrida con la que consiguió que sus amigas suspendiesen la conversación para lanzarse a una masturbación frenética hasta que se corrieron. Mi empresa de distribución de productos de belleza estaba lista para empezar. Tenía los proveedores y algunos clientes, el trabajo era sencillo: buscar nuevos clientes y pasar pedidos a los laboratorios. A Sonia le ofrecí trabajar en mi empresa buscando clientes nuevos y tomando pedidos de los existentes. Inicialmente a comisión y luego con sueldo y comisiones. A Marta le ofrecí gestionar la oficina en la otra media jornada, en principio con participación sobre las ventas, hasta que todo funcionase al 100%. Ambas aceptaron y acordamos juntarnos nuevamente para preparar los papeles. Luego les dije a Marisa y Sonia que se fuesen para ...
... poder terminar nosotros tranquilamente. Protestaron por dejarlas excitadas todavía y despacharlas sin follar. Les dije que si querían que se comiesen el coño en el sofá y que me dejasen en paz. Cuando volví mi atención a Marta, me di cuenta de dos cosas: La primera era el dolor en mi mano de pegarle en el culo y la segunda, el color rojo tan intenso de su culo, en contraste con el blanco que lo rodeaba. Estaba babeando. La hice ponerse a cuatro patas, me agarré a sus caderas y me la estuve follando con fuerza por el coño hasta que me corrí. Ella no sé cuántas veces lo hizo. Cuando la solté, cayó desmadejada sobre la cama, con los ojos cerrados como si estuviese sin sentido. La sentí respirar y eso me tranquilizó. Ya estaba próxima la hora de ir a trabajar, por lo que fui a darme una ducha. A mi vuelta, ya estaba bastante recuperada, y me preguntó: -Entonces… ¿En qué hemos quedado?... A partir de ese día, Ana venía todas las tardes a verme al trabajo, y pasábamos juntos de una a dos horas. Los días de fiesta míos que coincidían con los de ella, salíamos a pasarlos fuera de casa o de la ciudad, pero en otro ambiente. En el primer fin de semana que salimos, pasamos sábado y domingo visitando algunos pueblos de los alrededores de Madrid, a los que nunca se nos había ocurrido ir. Hablábamos mucho y el domingo, antes de volver, nos dimos un beso distinto. No fue algo sexual, ni tenía nada que ver con nuestras relaciones sexuales. Era una señal de que algo empezaba a surgir dentro de ...