El despertar del mal.
Fecha: 03/09/2017,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... aturdida y desorientada, debido a los fuertes golpes que el mercenario había dado directo a su cara, uno seguido de otro, más fueron sus ojos que por un instante se agudizaron y el sudor frío emanó de sus delicados poros al ver como su agresor había sacado ya la navaja que ocultaba entre sus ropas, dando así inicio a un violento forcejeo; Asmos entonces rápidamente metía las manos para tratar de bloquear, atrapar o desviar las puñaladas que sobre ella venían, tratando conseguir arrebatarle o despojarle de su arma, en un veloz y habilidoso juego de manos, procurando guardar sus partes vitales como la cabeza o los ojos. Pero sus intentos resultaron vanos y recibiendo múltiples cortadas, unas más profundas que otras en los brazos, las más superficiales desaparecían casi al instante de su blanquecina piel, rasgando sus vestiduras. Y entre aquella ferviente lucha, Dark entonces optó por cambiar un poco su estrategia, pues aunque estuviese lastimada, sus movimientos no le impedían detener o disminuir los ataques del mercenario, como por más débil que la procurase dejar, su fuerza seguía palideciendo en comparación a un demonio de sangre pura. De este modo enfocó principal atención sobre el pecho de su presa, esperando que al menos una estocada en el corazón puede, si no matarla, dejarla incapaz de seguir combatiendo. Sin embargo su cuchillo difícilmente podría llegar a su objetivo al enterrarlo dentro de su presa. Fue de este modo que, haciendo algunos cortes hacia su tórax se ...
... deshizo de su ya arruinado abrigo, seguido de un profundo tajo al escote de su obscuro vestido, confirmando lo deducido por experiencias pasadas. Ella llevaba también una protección de malla. Y una tan amplia como diabólica sonrisa entonces iluminó los labios del hechicero; ―Un contratiempo menor.. – decía entre aquellas risas secas emitidas de su ronca garganta para sí al contemplar aquellos pálidos y redondos pechos apenas cubiertos por la delgada camisola blanca, luego de haberse desecho de dicha protección que por aquellos momentos le había sido tan incómoda, sólo había bastado un simple tajo para abrir los seguros de cuero que al frente tenía. Y por un instante el viento cesó y el silencio reinó, más era el fulgor de las mórbidas y salvajes pasiones lo que resplandeció en los ojos del mercenario, quien con ansioso y brusco arrebato rompió aquella delgada prenda, dejando expuestos los senos de su víctima: Naturalmente el invierno la había adelgazado un poco, pero sin disminuir la impresión de la musculatura y fuerza que daba su persona, y era bajo la luz de la luna que dibujaba los relieves de su voluminoso pecho. ―¡Os follaré tanto que lo sentiréis en él otro mundo! -decía Walter, al tiempo en que sus labios relamía y casi por instinto una de sus manos habían apretado con tan peculiar firmeza, al tiempo que con la otra ya se preparaba para apuñarla. De vista nublada como de fosas sangrante yacía Asmos, divagando por un segundo entre las sombras, golpeando a la nada, guiada ...