Un trans me enseñó el verdadero placer (Parte II)
Fecha: 03/10/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: buscotrans, Fuente: RelatosEróticos
Desde que la vi había notado algo diferente en ella, pero no sabía que ocultaba algo entre sus piernas. Sin embargo, no me importaba, quería probarla y besar todo ese cuerpo que me deslumbró en el bar. No sé si fue producto del alcohol, pero me acerqué a ella. Besé esos labios carnosos y nuestras lenguas comenzaron a jugar de un lado hacia a otro dentro de nuestras bocas, mientras nos comíamos me empujó hacia lo más profundo del sanitario y cerró la puerta tras de sí. Caí sentado sobre la poceta. Como si fuera un sueño, la morena se sacó las tetas por encima del top mientras me miraba con ganas de sexo: - Sé que te las quieres comer -, me dijo mientras se inclinaba para colocarlas cerca de mi boca. Eran unas tetas perfectas. Carnosas, sin marcas y con unos pezones oscuros, duros y muy levantados. No dudé ni un segundo y ya las estaba lamiendo, haciendo círculos sobre las puntas mientras la chica me acercaba a ellas con sus manos. Estaba en el paraíso y no quería salir de ese baño. Se separó de mí, se agachó completamente y se metió mi pene en la boca de un solo golpe. Mi polla estaba dura, gruesa y a punto de explotar. – Nunca me la han mamado así, sigue por favor -, jadeaba mientras con mis manos seguía amasando esas enormes tetas. Sacaba mi polla completamente de su boca y luego la metía hasta lo más profundo de su garganta, lamía el tronco, la punta y repetía el procedimiento varías veces. Ya estaba soltando líquido pre seminal cuando la morena se detuvo. Su instrumento ...
... se había duplicado en tamaño, aunque jamás me había comido uno, se veía muy provocativo – Esto lo dejaremos para luego -, me dijo mientras lo acercaba lentamente a mi cara. Se dio media vuelta, bajó sus vaqueros y me mostró un culo perfecto, sin ropa interior y de una piel tan reluciente que parecía de una adolescente. Se dobló sosteniéndose de la puerta y quedó con las nalgas justo a la altura de mi nariz. Se las abrió y con una vocecita de puta en celo me lo ordenó: - Cómeme el culo por favor -, como un hombre obediente comencé a lamer su ojete, olía a carmín y cada vez se iba dilatando más. Ella movía sus caderas y yo, aprovechando ese movimiento, comencé un mete y saca de un dedo, luego dos y después tres, mientras con mi otra mano comenzaba a masturbar ese pene enorme. Los gemidos de ella ya eran un murmullo que probablemente se escuchaban hasta el bar pero no me importaba, yo estaba extasiado moviendo mi lengua al mismo ritmo que mi mano en ese pene de esa diosa. Cuando sentí que ella estaba a punto de correrse, se levantó y sin voltearse tomó mi pene y lo puso en la entrada de su culo. Se sentó sobre mí y pude sentir como llegaba hasta lo más profundo de sus intestinos, era un hueco estrecho pero muy caliente. Su espalda se apoyaba en mi pecho. Como había imaginado, los movimientos de sus caderas probablemente me arrancarían la polla de un momento a otro si le seguía mordiendo las orejas, agarrando las tetas y la polla. Era como si estuviera masturbando mi propio pene, ...