Viajando en el tiempo (7)
Fecha: 09/06/2018,
Categorías:
Infidelidad
Grandes Series,
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
... del pelo y tiró de él para levantarla, al tiempo que un hilillo de sangre caía desde sus labios. -Maldita zorra. ¿Por qué no estás esperando desnuda y de rodillas? –Le dijo en un español con fuerte acento inglés. -Señor, nadie me dijo nada. -ZASSS Una nueva bofetada que no la hizo caer por estar sujeta del pelo. -Puta cerda. En esta semana vas a aprender lo que tienes que hacer sin que tengan que mandártelo. No puedo matarte, pero vas a sufrir como nunca ha sufrido nadie. Por lo menos ya se había enterado de que aquello iba de maltrato y que duraría una semana. -ZASSS, ZASSS ¡Desnúdate zorra! – Le decía mientras la golpeaba. Por suerte, solamente llevaba un vestido y los zapatos. Tomó el borde inferior y tirando hacia arriba, se lo sacó por la cabeza, quedando colgado del brazo que le agarraba el pelo. El hombre la soltó un instante para dejar caer la prenda y volvió a agarrarla de nuevo. La obligó a arrodillarse y mantener sus manos a la espalda, luego le frotó la cara contra su polla, aprisionada por el estrecho pantalón, donde se marcaba larga y dura. -Lame, puta. Aprende a tratar a un macho. Eva recorrió con la lengua la zona del pantalón donde se apreciaba el bulto, guiada por la mano que agarraba su pelo y que la hacía subir y bajar a base de tirones y empujones. Cuando se cansó, la arrastró del pelo hacia la puerta. La hacía andar de rodillas y al tirar la obligaba a moverse deprisa para no caer y quedar colgada del pelo. Le hacía mucho daño estando a punto de gritar, ...
... pero por suerte, solamente la hizo salir de la habitación, cruzar el pasillo y entrar por la puerta de enfrente a una enorme sala con gran cantidad de objetos, muchos de los cuales identificó como instrumentos de tortura. La hizo subirse y quedar sentada en la fría superficie de una mesa metálica, mientras él se dirigía a un armario, cuyo contenido no pudo ver y de donde sacó un collar, muñequeras y tobilleras de un estilo parecido al que ya conocía. Tras colocarlas en muñecas y tobillos, la hizo recostarse sobre la mesa con brusquedad, consiguiendo que su cuerpo temblase al ser recorrido por un escalofrío cuando su espalda quedó sobre el frío metal. La mesa disponía de argollas equidistantes, a lo largo de todo su perímetro y sujetó el collar a una de las de un extremo, quedando su cabeza colgando por un lado. Las muñecas quedaron sujetas a ambos lados de la mesa, después de añadir unos tensores para que quedasen bien tirantes, y a las que unió las anillas de los tobillos, dejando sus piernas dobladas y los talones prácticamente pegados al culo. Dos tramos de cuerda atados a sus rodillas y a las argollas, sirvieron para obligarla a mantener sus piernas separadas. Cuando terminó de sujetarla, dejando su cuerpo totalmente expuesto por delante, volvió al armario y regresó con un látigo enrollado en la mano y una bola en la otra. -Ahora vas a conocer cómo disciplino yo a mis esclavas y las espabilo para que sepan lo que deseo, incluso antes de pedirlo. Te pongo esta bola porque ...