La reeducación de Areana (20)
Fecha: 27/09/2017,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... la paliza, pero ahora en los muslos, por dentro y por fuera. A medida que la zurra transcurría Areana iba siendo cada vez más presa del dolor y del placer que ese dolor le deparaba mientras sus muslos empezaban a colorearse y ella repetía “sí” “sí” una y otra vez, como enjaulada en un delirio morboso que la había atrapado por completo. Por fin la paliza terminó, cuando la cola y los muslos de Areana lucían una rojez muy excitante para Godínez. -Enderécese, alumna. –ordenó después de haber normalizado su respiración y Areana obedeció sin poder controlar su jadeo. -Dese vuelta. –y la niña lo hizo para permanecer con la cabeza gacha y las manos atrás. -Me dijo que usted ya no es la indisciplinada que era, ¿verdad, Kauffman? -Sí, profesora… -Y que en cambio es usted una chica obediente… -Sí, profesora… -¿Y a qué se debe el cambio, si se puede saber?... -Yo… yo entendí que… que no estaba bien ser como yo era y… y entonces cambié… -contestó Areana ocultando parte esencial de su cambio. -Muy bien, Kauffman, vamos a ver si es cierto que es una chica obediente… Arrodíllese. -Sí, profesora… -murmuró Areana sintiendo que sus mejillas ardían. -Apoye la cola en los talones y las palmas de las manos en los muslos. -Sí, profesora… -y obedeció. -Mire al piso. -Sí, profesora… -musitó la niña y bajó inmediatamente la vista mientras sentía que la paliza, el estar de rodillas y la sucesión de órdenes que le impartía la profesora la tenían muy excitada -¿Qué siente, Kauffman, arrodillada ante mí ...
... con el culo y los muslos rojos y la bombacha por los tobillos? –inquirió la Godínez aviesamente. Areana tragó saliva y respondió con un hilo de voz: -Me siento… me siento muy humillada, profesora… “Estoy yendo muy lejos, más lejos que nunca.” -pensó la docente un tanto alarmada pero a la vez incapaz de detenerse. Areana la excitaba como ninguna otra antes, no sólo por sus atractivos físicos sino fundamentalmente por mostrarse obediente en extremo y haber hecho explícita esa condición. Carraspeó incómoda consigo misma y dijo sin poder quitar la vista de la alumna. -Bueno, tome esa humillación como parte del castigo, señorita Kauffman, y ahora, de pie. -Sí, señora… -dijo Areana mientras se incorporaba sin dejar de mirar el piso. La Godínez la envolvió en una larga y lenta mirada desde la bombacha en los tobillos hasta la cabeza, tragó saliva, contuvo con un gran esfuerzo deseos que ella condenaba por pecaminosos y ordenó con voz algo enronquecida: -Súbase la bombacha. -Sí, señora… -respondió Areana cada vez más excitada. -Las manos atrás, Kauffman. -Sí, profesora… -Y con las manos atrás se aplicó a retorcerse los dedos en un intento por descargar la dolorosa tensión que parecía habitar en cada una de sus células. -Bueno, señorita, espero que a partir de ahora se porte bien y no me obligue a traerla acá nuevamente. –dijo la profesora aunque deseaba exactamente lo contrario. -Sí, señora… -Bueno, retírese, alumna. –fue la orden final y Areana, luego de murmurar el consabido “sí, ...