MI HIJO. MI MEJOR TERAPIA
Fecha: 12/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: gabita, Fuente: SexoSinTabues
... la raíz, pronto el interior de mi pelvis se acostumbró al largo tronco que la invadía, haciéndola gozar con cada avance al más profundo rincón, pronto me vi moviendo la pelvis de arriba abajo, apoyada en los pies, siguiéndolo al compás, para lograr tenerlo completito dentro de mí, no conforme con eso, lo abrace por la cintura con las piernas, clavándole los talones en las nalgas, como si quisiera, ya no solo su virilidad en los más profundo de mi ser, si no toda su humanidad al interior de mi vientre, llevada por un placer cada vez más intenso, más desesperante, más inaguantable, me oía gemir, suspirar y jadear a cada ensartada, hasta que de repente, se quedó muy dentro de mí, gruñendo como animal herido, al tiempo que en lo profundo de mi vientre, se iba llenando de un delicioso calorcito, imagine la cabezota del miembro, escupir abundantes chorros de tibio semen, inundando completa la matriz. Se quedó inmóvil unos minutos, para luego incorporarse acomodándose los calzones. Luego me ofreció su mano y me ayudo a levantarme, me acomodo el camisón y me encamino a mi cuarto, apenas toco mi cabeza la almohada y me quede profundamente dormida. Al despertar por la mañana, nuevamente me invadió la duda de si habría sido un sueño o real, puse un par de dedos sobre mi vulva, que se mancharon de la mezcla pegajosa de mis jugos sexuales y su semen, además de un ligero ardor por dentro, que me recordó la mañana siguiente a la noche que deje de ser niña. Bien consciente estaba que me ...
... había cometido incesto, pero lejos de sentir culpa alguna, me sentía tan de buen ánimo, la depresión y tristeza se habían ido. Atribuí mi mala conducta a los antidepresivos, y deje de tomarlos para no volver a caer en tal inmoralidad, pero una semana después me sentía de nuevo fatal, y no me quedo más remedio que volver con el tratamiento indicado por el psiquiatra, solo que opte por usar pijama blusa y pantalón en vez de camisón para dormir. Pasaron 3 semanas del encuentro con mi niño, esa noche cayo un diluvio, los rayos y truenos no me dejaban dormir, casi como zombi, me desnude, camine sigilosa por el pasillo, al llegar al cuarto de mis niñas, les cerré la puerta en completo silencio y continué al cuarto de mi niño cerrando la puerta luego de entrar, la oscuridad era casi total, rompiéndola de vez en cuando el destello de un rayo, me senté en la orilla de la cama, a tientas busque su cara, haciéndole algunos cariños en las mejillas, luego, pase la mano al pecho, palpando los pectorales firmes, la suave piel, luego la recorrí al abdomen, apreciándolo subir y bajar despacio, al compás de su respiración, de ahí avance un poco más, bajo el calzón, posando la mano sobre el pequeño apéndice, basto solo el rose de mi mano, para que en un instante aumentara su largo, grosor a un tamaño descomunal, volviéndose duro como un tronco Cerré el puño en su torno, aunque fue imposible que lo abarcara en lo ancho, lo fui recorriendo a todo lo largo hasta la roja cabezota y de ahí a la ...