Laura, la pijita
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... venía a estar compuesto por tres o cuatro chicas y otros tantos chicos. Veníamos estudiando juntos desde primero, y a esas alturas de carrera, ya teníamos cuajada una profunda amistad entre nosotros. Ni Merche ni Isabel pertenecían a nuestra pandilla, pero manteníamos con ellas una buena relación, y no eran pocas las veces en que se unían a nosotros en nuestros planes y nuestras salidas. Concretamente yo tenía bastante amistad con Merche, pues vivíamos cerca y muchos días coincidíamos en el transporte a la Facultad o camino a casa, incluso tuve un breve escarceo con ella el segundo año de Universidad, pero esa es otra historia... Una tarde, regresando Merche y yo a casa en el metro, surgió Laura como tema de conversación. Expresé a Merche mi opinión, compartida por la mayoría de la clase, de que Laura era sencillamente una niñata creída y gilipollas, que se creía que en esta vida se puede vivir sólo con enseñar su cara bonita y meneando el culo al andar. Merche, que siempre había resultado ser una de las personas más prudentes y comedidas que conocía, me comentó que no debíamos ser tan duros con ella. "Tú sabes que no es una persona que se abra mucho a los demás, pero por lo que hemos hablado en alguna ocasión y por lo que intuyo, lo que tiene es un problema de falta de cariño y de inseguridad", me dijo, "y creo que es por eso por lo que pone ante sí esa coraza de chulería y soberbia". "Puede ser", le contesté, "pero no le vendría mal ser un poco más agradable con la gente, ...
... si quiere que la vida le trate bien". La conversación me hizo reflexionar, y me propuse que en adelante sería un poco más condescendiente con ella. Lo cierto era que hasta entonces, excepto Merche e Isabel, toda la clase había ignorado a Laura olímpicamente. Durante las siguientes semanas me esforcé en comportarme con Laura con algo más de amabilidad. No es que los resultados fuesen espectaculares, pero, ante la sorpresa general, logré mantener alguna conversación intrascendente con ella, e incluso hubo un par de ocasiones en las que fue ella la que vino a preguntarme alguna fruslería. Laura resultó ser una estudiante de primera fila. Dominaba todas las materias, y en los proyectos demostraba una pulcritud técnica y una creatividad artística que imponían respeto. Su único talón de Aquiles resultó ser el manejo de AutoCad, que no acababa de manejar con la soltura necesaria. Precisamente resultó ser esta circunstancia la que la acercó a mí. La casualidad quiso que su talón de Aquiles fuese precisamente mi fuerte, y habían sido multitud las ocasiones en las que mis compañeros habían precisado de mi ayuda en este sentido. El nivel de exigencia de la Escuela de Arquitectura de Madrid es muy alto, máxime en los últimos cursos, por lo que Laura, a pesar de su excelente nivel académico, se cargó un par de asignaturas en febrero por su falta de habilidad delante del ordenador. Así que no me sorprendió en demasía que un día Merche me pidiera permiso para que Laura y ella se pasasen por ...