FELICIANO
Fecha: 04/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues
Estamos almorzando, en silencio, lo miro a Pablo y no puedo mantener la mirada, FELICIANO Estamos almorzando, en silencio, lo miro a Pablo y no puedo mantener la mirada, la vergüenza me carcome el alma, estoy sucia, siento mi concha llena de leche, chorreando y mojando mi ropa interior, he pecado, he traicionado a mi esposo, al hombre de mi vida, y no solo eso, también a Priscila, mi mejor amiga, mi confidente. No soporto la situación, no tengo valor, le digo que me siento mal, que me duele la cabeza, que no se preocupe, que termine tranquilo, me levanto, paso mi mano acariciando sus cabellos, beso su frente y voy al cuarto. Me recuesto, de costado, hecha un ovillo, cierro los ojos tratando de ahogar las lágrimas que pugnan por salir, mi mente empieza a recordar todo desde el primer día… Por un lado mi marido, un buen hombre, trabajador, que nunca me hizo faltar nada, trabaja duro para que yo pueda darme demasiados gustos, es empleado en un comercio, ya cumplimos ocho años de matrimonio y me dio dos hijos. Es muy buen cocinero, es su hobby y suele sorprenderme con exquisitos platos. Por otro lado siento que el problema es que con él me aburro en la cama, es muy tradicional, muy predecible, siento que no tiene chispa, no tiene inventiva. Tal vez el problema fuera yo, que se yo. Lo cierto es que mis relaciones sexuales no eran buenas, rara vez conseguía un orgasmo y nuestras frecuencias no coincidían, para él una vez a la semana era suficiente, yo hubiera preferido una ración ...
... diaria. Lo cierto es que no me animaba a hablarlo con él, error, preconceptos femeninos… Por el otro Priscila, mi amiga, más que amiga una hermana, nos conocíamos desde la infancia y entre nosotras nunca existieron los secretos, nos contábamos absolutamente todo, incluso ella sabía lo que pasaba en la intimidad con mi marido. Ella por su lado, está casada con Feliciano, del que siempre se quejaba por mujeriego, una y otra vez venía a mis brazos llorando porqué lo descubría enredado con alguna mujerzuela y cuando yo le aconsejaba que lo deje ella siempre respondía lo mismo: ‘es que en la cama es un animal’ Priscila me contaba su intimidad con Feliciano, que le hacía esto, que le hacía lo otro, que su verga era enorme, que la había cogido en tal lado, ó en tal otro, que aguantaba como un toro, no sé cuantas cosas, lo cierto es que yo me desvelaba ante sus historias y siempre terminaba con la concha inundada… Lo cierto es que Feliciano y yo teníamos un secreto, hacía años que nos escribíamos por correo electrónico, luego pasamos a secretos de whatsapp, para mí era solo un juego y la privacidad entre ambos era fundamental, muchas veces nos encontrábamos los cuatro y nosotros dos nos entendíamos solo con las miradas, el me iba tanteando para ver cómo reaccionaba yo, y daba un paso tras otro, lentamente, calculaba todo para no pisar en falso y lo cierto es que me gustaba dejarme seducir. Los textos entre ambos fueron subiendo de tono, las palabras sexistas se cruzaban, nos íbamos en ...