1. Es la hora, en punto, de levantarte


    Fecha: 06/11/2025, Categorías: Gays Autor: sal3roso, Fuente: TodoRelatos

    Tenía claro ya que a estas alturas de la vida, salir por la noche, incluso con mis compas de trabajo, acababa siendo un problema. Acabé ciego como un piojo, pero incluso en esas condiciones, conseguí pensar que no era buena idea llegar así a casa, así que me acerqué al monte Gibralfaro, a escasos cinco minutos de donde había estado cenando y después de copas, y me tumbé sobre unas hojas, poniendo por debajo de mi espalda una sudadera, y mi camiseta enrollada a modo de almohada. Al otro día desperté con los primeros rayos de sol, con una resaca de mil pares de cojones, y salido como una perra. Sin moverme mucho noté que me había despertado empalmado como hacía tiempo que no estaba, así que, como si estuviera en mi cama, me empecé a tocar el rabo por encima del pantalón. En pocos minutos, me estaba haciendo una paja discreta, mi rabo se había puesto más gordo, más largo y más duro. Una sorpresa a mis cinco décadas de vida, que no quería dejar pasar. Estaba acelerando un poco los movimientos cuando un perro se puso a lamerme la cara. Frené mis movimientos, me senté y me quité unas cuantas hojas secas que se me habían pegado. El bulto en mi pantalón era bastante notable, y me gustaba notarme el rabo, que estaba tan duro y gordo, como si hubiera tomado algo para conseguirlo. El perro, que se había sentado conmigo, empezó a mover el rabo (el de atrás) al ver acercarse a su dueño. Éste se sentó a su lado sonriendo mientras le acariciaba la cabeza.
    
    -Buenos días, me dijo. Se ...
    ... trataba de un señor mayor que yo, más cerca de los 70 que de los 60, canoso, con buena planta y algo de barriga. ¿has dormido aquí?
    
    -Si, le contesté. El señor me ofreció un poco de agua, que me dio la vida. Se acercó un poco a mi, y me quitó varias hojitas que se me habían enganchado en el pelo del pecho y noté un calambrazo agradable. Como si el también lo hubiera notado, me señaló sonriendo al bulto con la botella de agua que le acababa de devolver y me dijo ... ¿te has levantado contento, eh? le devolví la sonrisa, y el se sentó al lado mío, hablando no se muy bien de qué, pero con una voz agradable que acariciaba. Al mismo tiempo me seguía quitando hojitas con dulzura. Alguno de los movimientos, eran más de acariciar que de quitar hojas, y lo noté en los pezones, que se despertaron duros. Puso su brazo en el hueco entre mis piernas, como accidentalmente, me rozó la zona Z. Le miré, más sorprendido que asustado, y le sonreí, para que le quedara claro que el movimiento era bien recibido. Hice un movimiento parecido, y noté algo duro por allí abajo, no muy lejos de su sonrisa. Teníamos las manos cada uno en el bulto del otro. Fran me acarició el pecho con la otra mano y me estremecí. Acercó su cara a la mía y nos besamos con pasión, como dos novios que llevan medio año sin verse. Las lenguas resbalaban, mientras notaba que su dureza abajo crecía, y la agarraba como si fuera el asidero para evitar caerme. Metí la mano por la cintura del pantalón, un chándal fino, y pude agarrar ...
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