EsposasPerfectas.com - Cap 8 - Relatos Eróticos

EsposasPerfectas.com - Cap 8

... decoran y perfuman su paso.

Al llegar a la escalinata principal. Allí, al pie de los peldaños, la esperaba el Archiduque. Su presencia llenaba el espacio; parecía más alto, más frío, más dueño del tiempo que cualquiera de los retratos de sus antepasados colgados en las paredes.

Ella descendió lentamente. La seda rozaba el costoso mármol con un murmullo solemne. Al llegar al último peldaño, él extendió la mano y ella la tomó.

Entonces, frente a toda la servidumbre alineada y sus futuras damas de compañía que aguardaban en silencio, él pronunció su sentencia

—"Hoy, ante mi casa y ante mi linaje, presento a mi servidumbre a esta mujer,Madame de Saint Germain Moreau, mi flamante esposa, que hoy toma su lugar en esta casa. Ella es mi reflejo. Ella será mi legado."

El mayordomo mayor repitió con solemnidad —"Désormais, elle n'est plus que Madame la Duchesse."

Las cabezas de toda la servidumbre inclinaron su cabeza, las reverencias se ejecutaron con precisión matemática. Nadie volvió a nombrarla como antes.

El Archiduque la condujo al iluminado comedor, cuyo ventanal del techo al piso dejaba entrar los rayos del sol, y tras este, ella observa un enorme y cuidado jardín con arboles flores y fuentes al mejor estilo Palacio de Versalles.

La mesa estaba servida con el lujo de la porcelana y el cristal, pero el aire que se respiraba no era de banquete, sino de juicio.

Él tomó asiento primero; ella obedeció al gesto y ocupó el lugar señalado, luego de que uno ...

... de los criados corriera su silla y sus doncellas le ayudaran a tomar asiento, dado que le hubiera sido imposible hacerlo sola por el volumen y tipo de ropa, por lo cual ella les agradeció la ayuda de forma elegante y refinada ante la sonrisa de su marido.

Mientras los criados sirven café y panecillos, él habló con la calma implacable de quien dicta leyes

—A partir de ahora esposa mía, tu vida será regida por un protocolo estricto como ya puedes observar. Te levantarás al alba, y tus damas de compañía velarán por tu aspecto y vestimentas junto con tus doncellas. Jamás te mostrarás sin joya, sin peinado, sin la dignidad que exige tu rango. Tus palabras serán medidas; tu voz, controlada. Tu cuerpo, disciplinado. Todo cuanto eres servirá para honrar este linaje, ya ves qu tu ropa colaborara en estos aspectos, supongo que te cuesta respirar y hablar.

Hizo una pausa breve y añadió con más dureza —En público querida, jamás caminarás delante de mí salvo en los templos. Jamás discutirás, ni alzarás la voz. Cada sonrisa será estudiada, cada inclinación de cabeza, calculada. No eres libre siquiera de hablar para ello tienes el abanico, de seguro sabes usarlo por venir de España, ya eres mi símbolo, mi ornamento que ostenta mi poder. La obediencia ya no es deber, sino tu naturaleza.

Ella bajó la mirada, sintiendo la presión invisible de aquellas palabras que la aprisionaban tanto o más que su corsé, luego el silencio que facilito que ella se alimente intentando lucir bien ...