EsposasPerfectas.com - Cap 8 - Relatos Eróticos

EsposasPerfectas.com - Cap 8

... fuercen ni se las arruinen, pueden permitirle a contestar con monosílabos si ustedes lo consideran oportuno, así se acostumbra a su nueva voz. Que aprenda el arte de hablar cuando se le concede el permiso, y de callar cuando no, como mujer debe desarrollar otras habilidades y formas de comunicación no verbal.

Odette asintió solemnemente

—Será como usted ordena, excelencia.

Luego ella se gira hacia mí, y con su voz fría pero cortés

—Madame la Duchesse, por primera vez le concedemos el permiso de responder a una pregunta tal cual lo ha ordenado su excelencia y marido.

Un silencio expectante se extendió en la sala.

Odette entrecerró los ojos y formuló la pregunta

—¿Acepta usted, con plena conciencia y sin reservas las indicaciones dadas por su marido, para que nosotras sus tutoras cumplamos con nuestro trabajo?

El aire se me atascó en la garganta. Sentí mi respiración limitada por el corsé, el corazón golpeando como un tambor. Esta era la primera vez que me permitían hablar. La primera vez que podía pronunciar palabras bajo este nuevo régimen.

Tragué saliva, levanté apenas la mirada, y con la voz temblorosa murmuré que por primera vez sale de mi garganta nítida, aflautada, delicada y femenina, sorprendiéndome de la dulzura

—Sí... lo acepto.

Sintiendo un dolor agudo en mi garganta propio de la intervención reciente.

Las tres sonrieron con satisfacción contenida. Céline murmuró

—Ha hablado. Y lo ha hecho con el tono correcto, bajo, medido, ...

... tembloroso. La obediencia comienza a nacer. Felicitaciones Madame la Duchese.

El Archiduque dando por concluido la cuestión haciendo que su voz retumbe como un sello final

—Bien Señoras, mi esposa ha dado sus primeros pasos hacia la perfección. Asegúrense de que nunca lo olvide.

Finalmente, tras el último sorbo de vino, el Archiduque se levantó. Todos los presentes hicieron lo mismo de inmediato, incluso yo que me encuentro inmersa en un cumulo de emociones contradictorias,

Él rodeó la mesa hasta situarse detrás de mi. Apoyó una mano sobre su hombro, fuerte, y habló con voz grave nuevamente para que todas le escuchemos

—Su cuerpo vibra ya con deseo contenido y obediencia consciente. Mírenla, danza incluso sentada, con una sonrisa y esa energía que contagia. Cada movimiento, cada suspiro, cada gesto suyo ya es un homenaje a lo que ya no es María, sino a su nueva identidad, Madame la Duchesse de Saint Germain Moreau, mi esposa. Tal como lo he dicho hace un instante, ella es mi legado.

La mano se retiró de mi hombro y tomo la mía, inclinándose la beso con amor mientras me miraba, para luego alejarse por la puerta principal, y las 4 mujeres suspirar ante tal escena inesperada, notándose de inmediato una relajación en nuestros cuerpos.

Céline, hábil e inteligente, hace sonar la campanilla, para que de inmediato los criados regresen y de forma y retiren las fuentes con precisión milimétrica, como si cada movimiento fuera parte de una misa. El silencio, apenas ...