1. Mi Socio del Secreto


    Fecha: 13/09/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... oscurecerse. —Créeme, no lo harás. El peso de sus palabras cayó sobre mí como un bloque de concreto. No tenía elección. Lo que relato sucedió hace tres años. Fue el día en que conocí a mi socio, K. Así lo llamaban, o al menos así se presentó. No supe hasta mucho después a qué correspondía la “K” pero en ese momento, poco importaba. Hasta aquel día, yo había trabajado en mi propia compañía de bienes raíces. No era un imperio, pero me iba bien. Tenía clientes estables, contactos en el sector y un estilo de vida cómodo. Nada espectacular, pero suficiente para mantenerme tranquilo. K, en cambio, no trabajaba. —No en el sentido tradicional —aclaró con una sonrisa cuando se lo pregunté. Su “negocio” era mucho más turbio. Se dedicaba a encontrar contenido en internet, rastrear conversaciones, correos electrónicos, documentos privados… y usarlos para chantajear a la gente. No con amenazas vacías, sino con información que podría destruir carreras, matrimonios, reputaciones. Y le iba bien. Demasiado bien. Me lo hizo notar sin necesidad de presumir. Su reloj de lujo, su abrigo de diseñador, el maletín de cuero impecable… todo hablaba de alguien que tenía más dinero del que podía gastar. Y todo conseguido de la manera más discreta posible. —El mundo es una red de secretos mal protegidos —me dijo esa noche, cuando ya había decidido quedarme a escuchar su propuesta—. Lo único que hago es darles un pequeño empujón. Podría haberme levantado e irme en ese momento. Podría haberlo denunciado. ...
    ... Podría haber hecho mil cosas. Pero no lo hice. Porque, aunque me aterraba admitirlo, en el fondo, algo de lo que decía tenía sentido. Y lo peor de todo… es que también tenía razón sobre mí. Las imágenes en mis manos eran de la cámara de mi computador. Me veía yo masturbándome, se veía la fecha y hora de las fotografías. Tenía miedo de lo que pasaría. Pero algo me hacía pensar que sus palabras tenían fundamento, es decir, vino hacia mí y no fue con la policía. En los pantallazos de las conversaciones se leía con claridad todo lo que había conversado con esas chicas, con esas niñas, se veían las fotos de ellas con la misma claridad con las que yo las recordaba, yo no había guardado evidencia de nada de eso, pero aquel hombre igual había encontrado todo. —Las niñas, ¿las conseguías todas del colegio católico? ¿Por qué? —Soy un hombre separado, mi hijo estudia en ese colegio y eso me ha dado la facilidad de estar en grupos de padres de familia, he ofrecido mi empresa para hacer negocio con algunos de ellos y eso me dio la facilidad de contactar con sus hijas. — Contesté Estuvimos un rato conversando. K insistía con una mezcla de franqueza y pasividad inquietante. No intentaba presionarme, no me amenazaba… simplemente dejaba caer sus palabras como si ya supiera cuál sería mi respuesta. Y yo, sin darme cuenta, me estaba abriendo a un mundo del que jamás podría salir luego. —Quiero que vayas a casa, Santiago —dijo finalmente, levantándose de su asiento. Escuchar mi nombre en su voz ...
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