La reeducación de Areana (17)
Fecha: 21/04/2018,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... la desnuda y desvalida proximidad de Areana, que no dejaba de sollozar mirando la forma brutal en que madre era supliciada. Lucía sintió que su deseo de cogerla aumentaba y entonces, sin dejar de sujetarla por la cabeza le frotó las tetas en la espaldas. Areana salió despedida hacia delante por la sorpresa, pero Lucía la atrajo hacia ella y le murmuró en la oreja: -¿Qué pasa? ¿te vas a retobar? Te gustan las mujeres y yo no estoy nada mal, ¿no?... –y retomó el frotamiento de sus tetas contra la espalda de Areana, que esta vez no se movió. Eran sensaciones muy fuertes y opuestas las que agitaban a la esclavita mientras veía a su madre sufrir la durísima paliza y sentía la respiración de Lucía en su cuello, en sus mejillas, en sus hombros, y las tetas que seguían presionando sobre su espalda y le hacían sentir la rigidez de los pezones erectos y duros, y la mano izquierda de la chica descendiendo por su hombro, por su brazo mientras la otra mano la sujetaba por el pelo para mantenerle inmóvil la cabeza. Areana sintió que se estaba calentando. “¡No puedo creer que me esté excitando!” pensó angustiada, pero de su conchita había empezado a brotar el flujo. Fue en ese momento que Milena, después de mirar nuevamente el culo de Eva, que estaba rojísimo, y de palpar esas nalgas y advertirlas hirviendo decidió dar por terminado el castigo y se inclinó sobre su víctima, que no podía dejar de llorar mientras murmuraba palabras ininteligibles: -¿Aprendiste la lección, Eva? ¿viste lo que ...
... le pasa a una perra cuando se indisciplina?... ¡Contestá, puta! –se exaltó Milena y tiró fuertemente del pelo de la esclava. A Eva le costaba hablar después de tanto dolor y tanto llanto. Sentía la garganta oprimida, pero por miedo a que la asistente reanudara la paliza hizo un esfuerzo y susurró: -Sí… sí, señorita Milena… Sí aprendí y… y no volverá a suceder… se lo juro… Con una mueca de profunda satisfacción la asistente le enderezó la cabeza, le puso el mango del rebenque delante del rostro y le ordenó: -Besalo, puta. Eva tragó saliva y besó el rebenque con los ojos cerrados. -Agradeceme la lección que te enseñé, perra. Eva sentía un tremendo ardor en la cola y estuvo a punto de suplicarle a la asistente el alivio de alguna crema, pero entendió que eso hubiera enfurecido a Milena y en cambio dijo: -Gracias… Gracias, señorita Milena, le… le agradezco la lección que me dio. La asistente se irguió y dijo: -Espero que la aproveches, basura, porque la próxima vez te despellejo el culo aunque tengamos que retirarte de circulación por un tiempo. ¿Entendiste? -Sí, sí, señorita Milena… -Bien, ahora en cuatro patas. -Sí señorita Milena. –susurró Eva y adoptó la posición ordenada mientras miraba a su hija con ojos que expresaban una profunda pena. La vio acariciada por Lucía y notó que estaba gozando. Ambas arrodilladas y Lucía besándole el cuello y los hombros mientras su mano derecha hacía de las suyas en la conchita de Areana, para entonces ya mojadísima. -¿Ves que te conviene ser ...