Historia del chip (037): Confidencias - Irma 010
Fecha: 02/04/2018,
Categorías:
Lesbianas
Grandes Relatos,
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
Estuvieron estableciendo nuevos lazos durante toda esa semana, hasta que Lena le dijo que debía ir a Paris unos días. —¿Quieres venir conmigo? — le preguntó. —¿O acaso deseas hacer otra cosa? Irma negó vehemente agitando los pendientes. —No imagino otra cosa más que ir contigo... pero sólo me quedan unos días de vacaciones. Ni siquiera he terminado de pagar el crédito. Decidió sincerarse. —Verás... llevo unos agujeros en los lóbulos, preparados para piercing. Se cierran si no perciben aire en su interior durante un tiempo. De alguna manera me afectan a mis nervios, la nuca, la espalda, los pechos y los pezones. Faltan unas mensualidades por pagar. Y no me parece correcto no ir a trabajar por estar contigo. Lena aparentó disgusto. —Son gajes del oficio. Jefe y subalterna. ¿Ves alguna solución? — le preguntó. Irma negó. Esa noche no durmió bien. Le dejó un mensaje a Miss Iron. Cuando recibió la llamada de vuelta, su corazón dio un vuelco. —Miss Iron, gracias por llamar. —No hay de qué Irma. ¿Va todo bien? ¿Te trata bien Lena? —Sí, gracias a su acierto. Es la persona que necesitaba... pero creo que he metido la pata. Le explicó sucintamente lo acaecido durante esos días. Miss Iron terminó por interrumpirla. —Parecéis muy compenetradas. No veo el problema por ninguna parte. Por ahora, pide unos días extras de vacaciones sin paga. Es legal. Yo te presto el dinero para el pago de este mes. No es una cantidad desorbitada para mi salario. Más adelante veréis en qué situación os ...
... halláis. Pero como sumisa, me sorprende que algo así te afecte tanto. —No es por el dinero, es por el acto. Galatea no me pagaba nada. Si permito que Lena haga eso ¿no es prostitución? — preguntó Irma. —Claro que lo es. Las mujeres ofrecemos nuestro cuerpo a cambio de cualquier cosa. La demanda la crea la testosterona, aunque siendo Lena una mujer resulte algo rebuscado. Antes o después te vas a tener que sincerar con ella. ¿No sabe nada de tu problema… inferior? Irma negó con la cabeza, por suerte no llevaba los pendientes puestos. El hábito se estaba arraigando. —No quiero decirle nada de eso. Me da miedo que se vaya. Sólo he hecho unos comentarios sobre una supuesta prohibición. —¿Estás enamorada? — preguntó Miss Iron. Irma afirmó con la cabeza. Tardó en reaccionar. —Sí, claro que sí. —¿Y ella lo está? —Sí, adora mi cuerpo. Por eso siento el temor de que voy a decepcionarla— dijo Irma con insistencia. —Mejor descubrirlo ahora que más tarde. Ve a París. Estableced una relación franca. O deja que ella dicte sus términos. Tu eres la sumisa. Él es el hombre. Que se caliente la cabeza— sugirió entre el humor y la ironía. Irma sonrió. —Está bien, venderé mi cuerpo. Si no fuera por mi gordura— se lamentó Irma. —Escucha, ese es un problema diferente. Pídele a Lena que lo aborde por ti. Siempre te has visto como una mujer poco agraciada. Nunca te he querido hablar del tema porque no llegaba el momento adecuado. Siempre he estado esperando que lo sacaras. Eres extraordinariamente ...